Sin duda los lectores recuerdan la historia del aprendiz de brujo (Mas-Puigdemont) que, para no afrontar su obligación de gobernar la crisis que a todos nos ha afectado, embruja a la escoba/independencia entre sueños de una música sublime para que le hagan el trabajo. Pero los independentistas empiezan a multiplicarse exponencialmente amenazando con ahogar al mismo aprendiz que, al despertarse, no sabe como devolver a la normalidad la marea que le desborda. El problema se soluciona cuando vuelve el maestro/realidad para deshacer el entuerto. Es una buena metáfora literario-musical de la actualidad catalana.

Pero no sólo la realidad económica y la política internacional se imponen a tanto aprendiz de brujo catalán. También en la España constitucional los hay que quieren desbordar el Pacto de la Transición (el régimen del 78 lo llaman) y están comprobando de golpe que en la realidad política española existe un ´patriotismo constitucional transversal´ que los devolverá pronto a la inanidad.

Realidad que también parece haber despertado de su infantilismo político a Pedro Sánchez. Bienvenido.

Pero hay vida fuera de Cataluña que precisa la atención de gobierno y oposición. Existe otra realidad a la que no le prestamos la necesaria atención a causa del secesionismo. Me refiero a la necesidad de aprobar los presupuestos generales para el 2018, so pena de trasladar al conjunto de España el frenazo en la recuperación y el crecimiento que está experimentando Cataluña. Este puede ser el único trofeo que los secesionistas catalanes van a conseguir después de su deslealtad.

Pues bien. Como Pedro Sánchez ha enarbolado la bandera de la reforma constitucional, vendría bien una demostración suya de por dónde quiere reformarla. Y tiene una gran ocasión para recuperar la confianza en los socialistas de buena parte de su electorado.

Si estamos de acuerdo en que el principal problema que tenemos los españoles es el nacionalismo periférico que ha ido erosionando y traicionando taimadamente la Constitución, lo lógico es evitar que las causas que originan dicha erosión siga en el futuro. No son otras que el permanente chantaje al que el PP y el PSOE, -en forma de dinero y transferencias superiores a las de un estado federal-, se han visto sometidos para facilitar la gobernación del conjunto de España con los votos necesarios para aprobar anualmente los presupuestos generales del estado.

Pues bien. Ya hemos perdido mucho tiempo con la prórroga de los presupuestos del 2016, y la amenaza que pende de repetir tal prórroga en los de 2018, porque estamos viendo cómo el PNV parece haber dado marcha atrás en su acuerdo con el PP para aprobarlos.

Y no se debe retrasar más el apoyo a la recuperación que la economía española espera del Estado con los nuevos presupuestos (que incluyen aumentos de sueldo a los funcionarios, recuperación de plazas amortizadas y nuevas inversiones). Reforzar el consumo y estimular las inversiones en infraestructuras son los pilares para asentar un crecimiento que hasta ahora se ha sustentado casi exclusivamente en el sector privado.

Por tanto, se le abre una magnífica oportunidad al PSOE para demostrar que ha escuchado el clamor del patriotismo constitucional de los españoles y evidencie hacia donde quiere reformar la Constitución, que no puede orientarse para calmar al secesionismo con nuevas concesiones. Dicho de otra manera, la oportunidad es la de ayudar a cancelar la permanente hipoteca nacionalista que nos ha llevado a esta situación.

No digo que oferte al PP el apoyo de un gobierno de concentración nacional, que sería aconsejable. Simplemente bastaría con iniciar ese nuevo rumbo dándole al PP los pocos votos que necesita para aprobar el presupuesto del 2018 en sustitución de los del PNV. Y que, de alguna manera, en la reforma constitucional o en la reforma del sistema electoral -igualmente necesaria- se establezcan las fórmulas que acaben con el chantaje al estado de los votos nacionalistas.