Me pongo a buscar animales vertebrados (o sea, parientes) en un poemario de Adam Zagajewski, que hoy recibe el premio Princesa de Asturias. Son sobre todo aves: mirlos, golondrinas, gaviotas, garcetas, lechuzas, águilas, alondras, tordos, etcétera. De reptiles, sólo víboras. De mamíferos (humanos aparte) hay un murciélago, un corzo, un zorro polar, un perro y hasta un tigre de circo; pero aparecen hasta cuatro veces los lobos (siempre en plural) y sólo una en sentido figurado. Zagajewski viene del profundo Este de Europa, donde aún no se ha difuminado en la memoria esa presencia próxima, tan necesaria, entre otras cosas, para que el paisaje mítico no se deseque, y lo salvaje perviva en caliente en nuestro imaginario. Me gustaría decirle que en la tierra que da nombre a su premio hay todavía algunos lobos, con su vieja dignidad a cuestas, pero están acabando con ellos poco a poco.