William James -hermano del afamado escritor Henry James-, profesor de medicina, filósofo y psicólogo, se configuró como uno de los progenitores de la psicología funcional. Este pensador delineó los principios del pragmatismo sobre la concepción según la cual la verdad de una idea puede evaluarse según el valor práctico que posea; consiste en reducir «lo verdadero a lo útil»: todo conocimiento es conveniente si sirve para algo, si es posible de realizar.

Cuando nos informan de que más de 1.000 niños están a la espera de la firma de un convenio entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para ampliar el uso de centros escolares, de 20 a 22 horas, y los tres clubes de baloncesto y uno de balonmano de la capital puedan retomar sus entrenamientos, pienso sobre la teoría funcional de James y su aplicación en el despropósito de la denominada «crisis del ruido».

Adaptando esta directriz, se ha de condensar lo verdadero: el deporte base es capaz de generar enormes beneficios para proyectar una sociedad malagueña sana e integradora -respeto, amistad, convivencia, humildad, compañerismo, esfuerzo, diversión, disciplina, competitividad, perseverancia, superación, reconocimiento€-; lo útil, las actividades deportivas de formación son un potente instrumento de cohesión social y de integración intercultural en los entornos urbanos actuales. A los efectos positivos que el deporte tiene sobre la salud, hay que sumar su especial capacidad para afrontar problemas como la falta de rendimiento escolar, la obesidad o la lucha contra las adicciones, trastornos comunes en nuestro contexto presente. Parafraseando una cita de José Saramago en su obra Ensayo sobre la ceguera, para algunos, esta luz del deporte base se ha convertido en ruido. Menos silencios administrativos y más ecos deportivos.