Estoy rodeado de genialidades por todas partes. Qué barbaridad y yo sin enterarme. Me llegan docenas de artículos de prensa tildados de geniales por quien me los remite. Me reenvían enlaces a páginas web que ya vienen con el calificativo ´genial´ incorporado. O con la indicación de ´simplemente genial´, que no sé lo que significa -pobre de mí-, porque si es genial ya es genial, no hay ´poco genial´, no hay ´muy genial´, no hay ´bastante genial´, no hay ´genialísimo´, digo yo. Las fotos de facebook y de instagram y de no sé qué más redes son geniales, como geniales los memes y los vídeos de youtube. Si todo es genial, nada es en realidad genial, reflexiónenlo ustedes un poco. Según el Diccionario de la RAE, ´genial´ es lo propio del que tiene una capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables. Ustedes sabrán perdonar mi falta de caridad con cierto prójimo, pero a un meme de Belén Esteban o Julio Iglesias diciendo una inventada sandez no lo tengo yo exactamente por obra genial. Yo soy más de Turner, más de Rembrandt, más de Velázquez y Bach, qué le voy a hacer. ¿Elitismo mío? Venga, hombre, venga. Pero, a la vista está, hoy el DRAE come de todo, apresurándose a recoger cualquier ocurrencia que ande por ahí. De modo que incorpora, como cuarta acepción de ´genial´, los sinónimos ´magnífico´ y ´estupendo´. Pues, permítanme la insistencia, a una réplica, a un zasca de Isabel Pantoja a Jorge Javier Vázquez o vicealainversa (que decía aquel) no la tengo por genial, la verdad, no son Cebes y Sócrates discutiendo. Y los memes y tantos artículos y tanta tabarra, si no vienen calificados como geniales, vienen como brutales o bestiales. ´Brutal´ es algo propio de los animales por su violencia o irracionalidad, aunque -como la Real Academia come hoy de todo- acepta asimismo en cuarta acepción que equivalga a ´muy grande´. ´Bestial´ es sinónimo del adjetivo anterior, aunque -como la Real Academia come hoy de todo- también lo equipare a ´extraordinario´. Parece mentira que uno tenga que recordar estas cosas, pero si únicamente y desde siempre hubiese existido el calor no poseeríamos el concepto de frío, ni siquiera el de calor. Si todo es ya genial, brutal o bestial, ignoraremos enseguida qué es mamarrachada, gilipollez, vulgaridad, necedad o bobería. Desconoceremos también, eso es lo más grave, la genialidad. Yo soy mucho más de usar otras palabras. A un artículo -a un vídeo, a un ´post´€- puedo tenerlo por admirable o por brillante, si sobresale o sorprende o ilumina. Puedo tenerlo por clarividente si es penetrante y perspicaz. Será descollante si destaca entre otros, y ejemplar si sirve de ejemplo. Espléndido cuando lo adorna una singular excelencia, o excelente cuando su calidad es óptima. Si me admira, asombra y pasma, será estupendo. Extraordinario si se sale del orden chato habitual. Incluso será fetén al verse adornado por la autenticidad y la sinceridad. ¿Por qué no formidable y guapo cuando sea suntuoso y parezca muy bien? ¿Por qué no imponente, importante, inefable, ingenioso, inteligente o lúcido, si se quiere alabar su calidad, entidad, su imposibilidad de explicarlo con palabras, su prontitud y facilidad, su adecuada comprensión de lo que trate, su claridad en el razonamiento? O tiremos de magistral, si está compuesto con maestría. De magnífico o maravilloso, de ocurrente si nos llamó la atención su agudeza, de original o perfecto a nuestro juicio. Perspicaz en caso de que sea agudo y alcance mucho. Sagaz cuando nos avise o prevenga de cosas. Lo podemos reputar como soberbio, también como sobresaliente, como sublime si junta lo excelso con lo eminente, como superior si fuera alto y preeminente. Una vez más lo digo: hay adjetivos suficientes en español para matizar lo que se quiere decir, o sea, para decir lo que se quiere decir con exactitud clara y distinta. Genial, brutal, bestial: pobreza, pobreza, pobreza.

En memoria de Chano Castañón («Y se fue en silencio por la arena del mar lleno de rumores». Homero)