Espero que mis allegados y amigos catalanes no vean en ésto intención peyorativa, pues lo guía, más bien, el horror ante una sospecha: la de que el llamado proces sea un proceso morbido, una enfermedad. Rasgos del síndrome: a) absolutismo, valor total de la nación catalana, cuyo buen fin se sitúa por encima de la economía, la paz civil, la concordia, el orden; b) autismo, o sea, aislamiento del mundo exterior, haciendo del relato propio la única razón atendible, y de la incomprensión por los otros una prueba más de la identidad; c) alucinaciones, visión alterada de la realidad, que a su vez se erige en realidad alternativa: aunque instalados en el engaño, propiamente no mienten. No veo que exista tratamiento, ni que la enfermedad haya alcanzado aún el climax; pero como en algunos enfermos empiezan a surgir brotes coléricos, relacionados con episodios depresivos, ¿valdría el Prozac?.