Las urbes, como los sueños, están cimentadas de pretensiones y de recelos aunque el desarrollo de su argumento esté escrito con enigmas, perspectivas ilusorias y todo elemento esconda a otro. Parafraseo a Italo Calvino con una mirada reflexiva del concepto ciudad, y en concreto de una ciudad llamada Málaga, cuando se celebra, como cada 8 de noviembre desde el año 1949, El Día Mundial del Urbanismo. Este evento promueve la labor de la planificación en la creación y manejo de comunidades urbanas sostenibles, apelando a la conciencia de los representantes públicos y ciudadanos sobre el impacto ambiental que genera el crecimiento de ciudades y territorios.

Para algunos, el Urbanismo sería una ciencia enmarcada dentro de la ciencias sociales (Sociología, Geografía, etc.) y según otros, se constituiría en un arte asociado tradicionalmente a la arquitectura, esto es, un acervo de estudios prácticos que alimentan los principios esenciales para solventar los dilemas de las ciudades; ante esta dualidad: ciencia o arte, es necesario dar respuestas a la propia complejidad de enfoques del urbanismo, según se ponga mayor vehemencia a la forma y disposición de la ciudad o a la dinámica de las actividades económicas, sociales y ambientales de la misma.

Controversias como el edificio de La Mundial; la construcción del hotel del puerto; los terrenos de Repsol; Correos o el Plan Térmica, entre otras, nos conducen a pensar en un renacimiento de la ciudad de Málaga con proyectos justificados en mejorar la calidad del medio ambiente urbano, reducir el ruido y la contaminación, rehabilitar edificios con historia y crear equipamientos sociales y culturales, instando al ciudadano a participar en las grandes decisiones en materia urbanística. Nos advierte el arquitecto y artista plástico Clorindo Testa: «La ciudad es así porque su gente es así», no lo olvidemos.