Tras más de 100 años de existencia, si hay un deporte que desata pasiones por todo el mundo es el fútbol. No siempre son las más numerosas las mejores. Basta con que los que están, estén de verdad y comprometidos. Y si no que se lo digan a Manolo, quien, acompañado de su famoso bombo en brazos, y sin tener que necesitar a nadie más, es capaz de levantar de su asiento a cualquiera para se dejen la voz a ritmo de su mazo.

Hay aficiones como la del Borussia Dortmund: unas 80.000 personas llenan las gradas de su estadio de tifos, colores, banderas y bufandas, la del Celtic por sus cánticos o la hinchada del Liverpool, la cual no necesita introducción gracias a su «You´ll never walk alone», una de las canciones más bonitas y populares del mundo del fútbol, en mi opinión son de las mejores a nivel europeo.

Pero hoy voy a hablar de cuatro que me han marcado.

La que más me ha impactó fue la de Portland Thorns en la NWSL de EE UU, donde cada partido que sus chicas jugaban como local, ya desde el calentamiento y hasta que una vez finalizado el partido y los 15 minutos que la liga obligaba a las jugadoras a que estuvieran firmando autógrafos, permanecían de pie y sin dejar de animar con sus bufandas levantadas.

Otra de ellas fue la del RCD Espanyol, aquella que en la final de la Copa de la Reina de 2009 en la que más de 5.000 almas pericas se desplazaron y se presentaron en La Romadera, nos llevaron con su fuerza a conseguir el título frente al Zaragoza.

La del Levante, en concreto la Peña de la sección femenina. No quiero decir nombres por no dejarme a nadie, pero un grupo de personas que se ilusionaron con nosotras y que se convirtieron, en más que meros seguidores que nos acompañaban jornada tras jornada, para algunas pasaron a ser parte casi de nuestras familias. Grandes personas que si ya eran buenos animando, aun eran mucho mejores a nivel humano.

Y por último, pero no menos importante, la del Málaga CF. No había visto nada igual. Que los resultados no están acompañando, es evidente. Que hay una plantilla capaz de reconvertir esta situación de la mano de un entrenador con un carisma especial, de eso estoy más que convencida. Y que la afición malaguista es única, me he dado cuenta desde que estoy aquí. Donde en otros sitios habría más silbidos que aplausos, ellos proporcionan un gran ambiente arropando y respaldando al equipo tanto en el recibimiento a la llegada del autobús a La Rosaleda invadiendo la calle cargados de bengalas, charangas y dejándose la voz a base de gritos de ánimo, como una vez dentro, solo es capaz de contarlo una vez lo vives de primera mano.

Como jugadora, en los minutos en que las piernas no responden y la cabeza se bloquea, es ese jugador número 12 el que es capaz de dar alas y llevar al equipo en volandas hacia la victoria, por eso afición y equipo que permanezcan unidos, podrán perder un partido pero difícilmente serán vencidos.