La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable, nos esclarece García Lorca. Por fin, después de múltiples rogativas de todo género, alumbra efímeramente la borrasca a Málaga y noviembre se marcha con el anhelado aguacero, acogiendo con un frente frío a un diciembre iluminado ya para el dispendio.

Todos sentimos frío, pero como bien saben el frío como tal no existe. No se puede medir la cantidad sino su temperatura y es precisamente la pérdida de ésta lo que genera esa sensación álgida; es decir, es una ausencia de calor y por tanto no conlleva, en un primer momento, la existencia de una parte psicológica. Sin embargo, se puede hablar del frío anímico si tenemos una percepción gélida.

Uno de los motivos en los que se manifiesta el frío emocional se centra en situaciones dadas al recibir una mala noticia; hablamos del frío del vacío, del espacio existente en el lugar en el que había o debería haber algo. Esa baja temperatura interior la padeció hace una década el equipo de Cirugía Cardíaca Infantil de El Materno, cuando padecieron su inminente desaparición tras la implantación del Plan Integral de Cardiopatías de Andalucía. Tras una lucha reivindicativa coherente, junto con su buen hacer en los quirófanos, ganaron el pulso a la administración y hoy podemos celebrar que este área de cirugía del hospital malagueño acabe de alcanzar las 2.000 operaciones.

Estos ases de corazones no solo operan a niños de la provincia, se han convertido en un referente andaluz y despliegan una labor solidaria con chicos de otros países desfavorecidos. Este personal sigue aplicando la Segunda Ley de la Termodinámica: el universo se empeña en igualar la temperatura de todo hasta que todo quede en equilibrio. Hay gestas que son como la lluvia, refrescan las ganar de vivir. Gracias.