Archidona, migrantes, derechos y sociedad

Ya lo tenemos aquí. Desde hace tiempo que el Ministerio del Interior venía expresando su intención de abrir otro CIE en Málaga, además de en Madrid y Algeciras, y, fíjate por dónde, lo que nos habían dicho que iba a ser una prisión destinada a desmasificar la población reclusa, en Archidona, se ha convertido en CIE por la vía de los hechos. De nada sirvieron los pronunciamientos de la Diputación Provincial, así como del Ayuntamiento por unanimidad, rechazando la reapertura en Málaga de estos centros, verdaderos campos de concentración de personas que lo único que han cometido es una falta administrativa. Allí están ya por número cercano a quinientos, sin que se sepa quién se ocupa de su alimentación, sanidad y ¿hasta cuándo? Se trata de continuar la interminable carrera del parcheo en la que los derechos humanos no tienen nada que decir. Visto que todos nos negamos a mirar que un mundo en que tiramos alimentos todos los días, vendemos armas al mejor postor y deslocalizamos nuestras fábricas allá donde los costes sean más bajos, no puede traer más consecuencia que la masificación de la miseria.

De un tiempo a esta parte, parece que se ha puesto de moda responder a quienes exigen que se respeten los derechos de los migrantes con la frase: «¿Y tú cuántos vas a meter en tu casa?». A primera vista parece la actualización chusca del bíblico: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,6). Pero, una vez más, merece la pena analizar un poco.

Lo primero que a nivel personal debo hacer es agradecer a quien lo dice que me haga mirarme a mí mismo y acreciente mi autoexigencia a la hora de dar y de darme. Siempre se puede, y por tanto se debe, hacer más. Aunque evidentemente, por eso mismo puedo devolver la interpelación a mi interlocutor, que a poco que mire las etiquetas de su ropa o el lugar de fabricación de sus dispositivos electrónicos, tendrá que olvidar la distinción ‘aquí-allí’ que el siglo pasado borró, seguramente para siempre. Por otro lado, recordaremos también que en los estados modernos, la participación en la vida pública, pagando impuestos, votando etc. da ya derecho a exigir a las autoridades adonde se quiere que vaya destinado ese dinero. Y, asimismo, a exigir también que se destierren de esta misma vida pública las cajas B y los dineros negros. No todos tenemos que construir una escuela si creemos que hacen falta, ni montarnos en una apisonadora si estimamos necesaria una carretera. Pero al tiempo sí defiendo que la profundización en la democracia, que también siempre es mejorable, implica un cada vez mayor papel de la sociedad frente al Estado y, a quien me pregunta por ‘mi casa’ le puedo responder que ‘mi sociedad’ tiene ya preparados decenas de pisos -en Málaga hay al menos once- para acoger a los refugiados que, mira por donde, ‘mi gobierno’ haciendo dejación de sus responsabilidades se retrasa en recibir. Por lo tanto, es justo que esta misma sociedad exija al Gobierno que cumpla su compromiso de acogerles dignamente, y al mismo tiempo, que se transformen los mecanismos que mantienen un sistema en el que cada vez más personas se ven obligadas a huir de sus tierras por motivos económicos o políticos.

José Manuel Cidre MascatoMálaga