Es bastante difícil saber qué pasa por la mente del dueño del Málaga CF, el jeque Al-Thani, y más teniendo tan lejos durante todo el año. Dicen los que están un día sí y otro también pendientes del equipo que su entrenador ya ha salvado la cabeza un par de veces: en el empate ante el Ahtletic de Bilbao o con la sufrida victoria ante el Deportivo de la Coruña, por ejemplo. Pero lo cierto que el conjunto de Martiricos,a día de hoy, y más después del bochorno de Copa del Rey del martes pasado, sólo puede y debe pensar en una única cosa: salvar la categoría. Y en esas están la Unión Deportiva Las Palmas, el Deportivo Alavés y, en un peldaño un poco más alto, el Deportivo de la Coruña, de momento. Y no deja de ser curioso que de todos los que se juegan a día de hoy la permanencia, el Málaga CF es el único que no ha cambiado de entrenador, la solución rápida, fácil pero no siempre productiva para enderezar el rumbo torcido de un equipo. En la misma semana han caído dos nuevos técnicos. El cese de De Biasi, por su exiguo curriculum liguero con el Alavés, hará que el conjunto vasco vaya a por su cuarto técnico de la temporada antes del parón invernal. Y si el bagaje del italiano ha sido, por decirlo finamente, mediocre, el punto de veintiuno posibles sumado por Pako Ayestarán habla por sí solo, y canta cuando se le suman sus cuatro últimos partidos en Primera antes de dirigir al conjunto canario, la temporada pasada al frente del Valencia, y que también se saldaron con otras tantas derrotas. Incluso el Deportivo, que esta semana estuvo a punto de amargarle la existencia a la UD Las Palmas en Copa, ya fulminó en su momento a Pepe Mel del banquillo buscando un aire nuevo que hasta el momento han traído cuatro puntos de la mano de Cristóbal Parralo, aquel lateral del Espanyol (¿se acuerdan?). Y, entre todo este jaleo, ahí está Míchel. Con su nuevo look. Esa media barba, quién sabe si camino de una barba por derecho, y con un equipo que, salvando lo del martes ante el Numancia, se va cuajando cada vez más y se va alejando de ese conjunto sin alma de las primeras jornadas. Dando la cara. Cada día un poco mejor. Mejorando con el tiempo, ese tiempo que se le otorgó en su día a Javi Gracia y que le están dando a Míchel. «Me lo merezco», pensará él, como ya gritó en su día. Y lo cierto es que el Málaga CF puede tener ahora mismo siete, ocho o diez puntos, y el técnico madrileño puede estar haciendo las maletas, pero es lo que tiene escribir antes de un partido. Se llama confianza.