Nos aseguraba Gerald Brenan en su Literature of the Spanish people que Pío Baroja fue el novelista español más importante del siglo XX y el más grande, después de Pérez Galdós. Bien medidas palabras las del gran hispanista que añadía que la docta curiosidad y la sinceridad sin concesiones de don Pío Baroja siguen siendo ejemplos muy excepcionales en la historia de la literatura mundial.

Hará un par de décadas que me encontré en una librería de viejo -como siempre las llamaba don Pío- un ejemplar bastante deteriorado de uno de sus libros: el admirable y profético Momentum Catastrophicum, (impulso catastrófico). Editado por Rafael Caro Raggio en 1919. En Madrid. El ejemplar costaba 1,25 pesetas. Pronto hará un siglo de la publicación de esa maravillosa sátira. En la que el maestro fustiga desde su rabiosa honestidad y a través de la libertad de la inteligencia que se nutre de la erudición los dos nacionalismos a los que ya entonces tenían que enfrentarse los españoles: el vascongado y el catalán.

Conservo como un pequeño tesoro este apasionante volumen de 90 páginas. Milagrosamente restaurado y fortalecido para su uso y lectura en los tiempos venideros por el ilustre encuadernador malagueño don Rafael Cómitre, el que fuera uno de los grandes maestros en ese nobilísimo arte de la encuadernación.

Para aquellos que no hayan leído esta obra, me permito citar estos párrafos: «El nacionalismo tiene dos caras: una es la cara antigua: campesina, dogmática y reaccionaria: otra la cara moderna: progresiva y ciudadana. A pesar de esta divergencia de las dos ramas nacionalistas, hay en una y en otra los mismos o parecidos dogmas».

«Los nacionalistas catalanes, más enterados que los vascongados y más cucos, no han hecho hincapié en esta idea de la raza; aquellos datos de los índices cefálicos del doctor Robert los abandonaron como una fantasía sin valor, y han ido a afirmar la nación a la manera que la afirmaba Renan, como un todo espiritual, con una idea, con un lenguaje y con una dirección».

«Por un extraño contraste, el catalán, que tiene más apetito de gloria que el castellano, no tiene una tradición tan gloriosa como éste, sobre todo para el resto del mundo. Para el extranjero, España es el Cid, es Don Juan, es el Quijote, es la Vida es sueño, son los cuadros de Velázquez y de Goya, es la conquista de América€»

«De todos esos factores del nacionalismo, para mí en el catalanismo y en el vasquismo influyen, más que nada, la vanidad, la antipatía y el interés».