Tengo la impresión de que al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y a medio equipo de gobierno del PP le da pavor y pánico la fotografía que se puede producir el próximo sábado en las puertas del Ayuntamiento de Málaga con cientos de niños y sus padres botando balones de baloncesto en protesta por los impedimentos que sufren numerosos equipos para entrenar debido a las multas y al límite horario impuesto en colegios e institutos de Málaga a raíz de la denuncia de un par de vecinos quejicosos del ruido de unos niños practicando deporte de 20 a 22 horas. Vaya insensatez.

Tengo también la impresión de que la Junta de Andalucía no firmará el convenio pactado con el Ayuntamiento de Málaga, con el que supuestamente se regulariza este problema y se acababa con la ridícula «crisis del ruido», hasta que se produzca esa fotografía que políticamente daña la imagen del alcalde de Málaga y del PP. Tienen una razón de peso para darles largas al alcalde de Málaga que ahora, tras meses mirando de reojo este problema, quiere zanjar cuantos antes este sin sentido que ha causado la indignación en toda España y estupor entre las principales figuras del deporte español.

La delegada de Educación de la Junta de Andalucía, Patricia Alba, le comunicó por teléfono el pasado martes al alcalde que no prevé firmar el convenio sobre actividades extraescolares en centros educativos de la capital, tras el acuerdo que ya se había alcanzado con el Ayuntamiento de Málaga, después de que se hayan hecho firmes dos sanciones, por valor de 12.000 euros cada una, a dos colegios de la ciudad por el ruido generado por dichas actividades fuera del horario escolar. La Junta tiene una excusa perfecta al considerar que no ve «voluntad real» por parte del Consistorio de solucionar el problema y teme que lleguen más sanciones procedentes de las actividades que se realizan en otros colegios de la capital fuera del horario lectivo. Una razón política, sin duda, de peso, pero otra insensatez mayúscula si firmando el convenio se permite, como en el resto de España, a los escolares malagueños practicar deportes sin temor a que aparezca un policía local y abra un expediente. Política.

En esta ridícula «crisis del ruido» lo que sí ha quedado demostrado es la pésima coordinación del equipo de gobierno y las fisuras y diferencias que hay entre varios concejales del PP. Mientras que la edil de Deportes, Elisa Pérez de Siles, ha trabajado duramente con los clubes, con la Federación Andaluza de Baloncesto y con la Junta de Andalucía para encauzar este problema, el área de Medio Ambiente que dirige Raúl Jiménez no ha tenido la sensibilidad de enfriar los dos expedientes en marcha o de estudiar las alegaciones que los colegios Lex Flavia y Revello de Toro, a los que se ha multado con 12.000 euros cada uno, presentaron aportando nuevas mediciones y pruebas de que se estaban tomando medidas correctoras. Con la excusa de que parar estos dos expedientes podría calificarse de prevaricación, el área de Medio Ambiente mantuvo la maquinaria administrativa en marcha pese a las advertencias del área de Deportes de que sancionar a dos colegios sería dinamitar el acuerdo y poner a todo el baloncesto base malagueño en pie de guerra cuando ya se había alcanzado una solución entre el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía para firmar un convenio que regulará la utilización fuera del horario docente las instalaciones deportivas de los colegios públicos. Pues nada. Oídos sordos y multazo.

Esta frivolidad y falta de mano izquierda por parte del concejal de Medio Ambiente exasperó al alcalde de Málaga, que en la citada reunión del pasado martes recriminó a su concejal que no hubiera buscado una solución para las dos sanciones.

La posible fotografía de los niños en las puertas del Ayuntamiento es de tal fuerza, que De la Torre ha virado su postura en poco tiempo, quizás motivado por la convocatoria de la manifestación del día 16. Hay que reconocer que siempre ha defendiendo que habría que buscar un equilibrio entre vecinos y la práctica del deporte, pero el 1 de diciembre minusvaloró las sanciones al considerar que «no hay que darle mayor importancia (a las sanciones), asegurando que «es el funcionamiento de la propia maquinaria administrativa». Sin embargo el pasado 5 de diciembre, con la manifestación ya convocada, reconoció que «no sé si se hubiese podido paralizar (los expedientes), pero a lo mejor podría haber tenido otros ritmos. Hubiera tratado que el ritmo hubiera sido distinto de haber dependido directamente de mi», en claro mensaje a la eficacia sancionadora de su concejal de Medio Ambiente.

Mientras que esta insensatez política reina en Málaga, entrenadores y jugadores de todos los rincones de España muestran su estupor, indignación o consideran que poner multas económicas a colegios por realizar en sus patios baloncesto es algo que atenta contra el sentido común.

Estamos, sin duda, ante una crisis ridícula y con un nuevo capítulo de la tradicional cordialidad entre el Ayuntamiento y la Junta con el añadido de un concejal de Medio Ambiente que no vio o no quiso ver las consecuencias de multar a dos colegios por el ruido que hacen los niños haciendo deporte. Sería muy ventajista hablar aquí de las terrazas de El Romeral, Teatinos o de ciertas calles del centro.