Con permiso de la mitología y la religión, toda la fauna terráquea tiene un origen común, un punto de partida, según la antropogénesis. Todos estamos relacionados con todos. Esto no solo explica la relación ancestral del hombre con el primate, sino que hasta puede que termine explicando a Spider-Man algún día no demasiado lejano. Por cierto, me encantaría estar presente cuando explique al Hombre Invisible.

Alineado con el discurso de la antropogénesis, yo, que para estos asuntos he sido muy precoz en todas mis vidas, llevo más de quinientos años preguntándome si mis irrefrenables ansias de volar, nadar, saltar, correr..., no tendrán algo que ver con los genes de águila, delfín, gacela y guepardo que fluían en mí en el principio de todo. Igual pasa con mi malsana envidia al perro, por su nobleza; al gato, por su libertad; al león, por su autoridad; a la hormiga por su disciplina, a la elefanta por su sentido de manada y de familia... Digo malsana envidia porque la tan manoseada ´sana envidia´ no es más que el fementido oxímoron de algún sofista vendehúmos aspirante a influencer de postín. ¡Anda que no...! Envidia solo hay una, como ocurre con Luis el cabrón. Un respeto.

Pues eso, que seguro que mi malsana envidia también tiene algo que ver con que, en aquel principio, la nota de corte impuesta por la Naturaleza me impidió ser hormiga o elefanta o león o gato o perro... Y aquel to be, or not to be... lo resolví alistándome a la tribu de los racionales secarríos, arruinamundos, matafaunas e inventaguerras que cada vez proliferamos con más poder y menos escrúpulos. En este sentido, viene al pelo recordar que el vocablo inglés ´trump´ expresa ´triunfo´, generalmente con alusión a los juegos de azar, pero que en otras muchas expresiones lingüísticas expresa manipulación, falsificación, invención malintencionada... Amazing, isnt´it?

A propósito de los bobogilis, basta fijarnos un poco en el mundo de los simios, para percatarnos de nuestro parentesco y de cómo en algunos aspectos nosotros hemos avanzado más y en otros todo lo contrario. El bobogili es un claro ejemplo. Hay evidencias de algunas tribus simias cuya organización es, de lejos, más civilizada que la de muchas tribus racionales, aunque, en purismo, con carácter universal en este sentido, este asunto no admite comparación posible, porque de la misma manera que algunas tribus de primates no tienen nada que ver entre ellas, nosotros, los egresados del primatismo, tampoco tenemos demasiado que ver cuando nos comparamos tribu a tribu. Basta prestar atención a cualquiera de nuestras tribus, la turística y la política, por ejemplo, para detectar que en cualquiera de ellas convivimos ejemplares de orangután, aullador, tamarino, narigudo, bonobo, babuino, chimpancé, gorila...

Entre nuestros primos hermanos, hay pacatas, aprovechados, desvergonzados, atrevidos, hiperactivos, pendencieros, pacificadores... Exactamente igual que entre nosotros, los listillos. Aunque, eso sí, cada tribu tiene unos rasgos marcados que las distingue. Por ejemplo, por extrapolación, en nuestra tribu turística, especialmente en temporada baja, hay más monos aulladores y en la tribu política, con carácter general, se dan más los mandriles amenazantes, especialmente en las legislaturas con mayoría absoluta. En turismo hay más gorilas y chimpancés, y en política más ruidosos monos araña y capuchinos, que andan por las ramas, siempre.

Uno que es observador por naturaleza, viene reparando en nuestras tribus, las de los racionales, una nueva especie, consecuencia del mestizaje, que crece frenéticamente. Y eso es preocupante. Se trata del bobogili. Me he atrevido a bautizarlo para darle identidad, procurando, eso sí, que la eufonía y exotismo adulzaran su amargo significado. Confío en que ni la Academia ni el maestro Chomsky vean mi bautizo con malos ojos.

Los devaneos de la tribu de los tontos candorosos, o sea, los bobos, con la de los gilipollas más recalcitrantes han alumbrado al bobogili que hoy le presento, generoso lector. Repare en él, se trata de un dos por uno que no existe entre los simios. Dos fuerzas afines, aunadas, empujando simultáneamente en el mismo sentido. Otra perla para nuestro desvencijado sistema. Su oscuridad ya fulge en todos los escenarios, en la tribu política con más notabilidad. Las tribus turística y político-turística no escapan a esta nueva especie, que se extiende como la pólvora.

Ojo, con ellos. Tras su actitud aparentemente boba se esconde la flor y nata de las fuerzas de élite de los zorroclocos.

Dicho queda.