'Trump y el payaso Marcelino', por Francisco García Castro

Nuevamente, el gran César, convulsiona el mundo con sus palabras. Ahora, con lo de la capital de Israel. El gran César, al ser el gran César, tiene mucho poder. Cuando un gran César no congenia nada con la palabra, la palabra en su más excelente sentido, la palabra tiene un serio problema. Y cuando la palabra tiene problemas, todos tenemos problemas. Me viene a la memoria el payaso Marcelino Orbés. Nacido en Jaca, triunfó en los circos de EEUU allá por principios del XX. El payaso Marcelino no hablaba, únicamente silbaba. Algún asesor podría convencer al gran César para que tan sólo silbe (nunca lo hará con la maestría y dignidad de un payaso); pero, al menos, nos cederá la palabra. Y con la palabra de nuestro lado, habremos ganado ya una batalla de esta perpetua guerra de estupideces.