Cuidado con la cultura de los imprescindibles. Los liderazgos deben asumirse sin complejos. Hay personalidades proclives a ejercerlos y no deben amilanarse ni echarse atrás ante el señalamiento de mediocres o serviles. Pero la escenificación de que algunos líderes políticos son imprescindibles, algunos de manera vitalicia, en su posición de liderazgo, sólo genera gleba, gente pequeña sin capacidad de asumir su ciudadanía en democracia (lo de ser imprescindible ya no valía ni para Fidel Castro, aunque Cuba no sea una democracia; y aunque Fidel fuera un líder nato, al margen de otras cuestiones).

LÍDERES, PERO PRESCINDIBLES

No hablamos de imprescindibles por su talento artístico, algo siempre personal e intransferible. Ni de esos que luchan toda la vida, a los que se refería Bertolt Brecht en su célebre poema; personas que no renuncian a la lucha cotidiana para dejar un mundo mejor a sus hijos o a los de los demás. Hablamos de los políticos que se eternizan como si fueran imprescindibles. Pero ya que he mencionado a Brecht, y a tenor de lo igualados que están los bloques independentista y constitucionalista en los últimos sondeos de ayer sobre las «plebiscitarias» catalanas del jueves próximo, resulta interesante recordar -como lo hacía Sartorius en un artículo en El País sobre la historia de los nacionalismos- para quienes desde la izquierda aplauden el secesionismo de manera insólita, lo que dejó dicho el dramaturgo y poeta alemán sobre ese fenómeno histórico: «El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba. El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba. El nacionalismo, cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora: es un absurdo total».

NEMOTECNIA

Tampoco el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, es imprescindible para que Málaga siga mejorando, como no lo era el primer alcalde democrático que Málaga tuvo durante 16 años, el llorado Pedro Aparicio. A Pedro le sobró al menos el último mandato. A Paco, que ya ha superado a Aparicio en longevidad en el cargo, quien esto escribe le dijo que creía que era mejor que no se presentase a las últimas elecciones. Y ya habíamos hablado de eso antes, cuando yo era jefe de programas de la desaparecida Localia Tv. Resulta obvio que no me hizo caso, lo que tampoco es de extrañar dada mi muy escasa capacidad de influencia. A pesar de eso, quiero resaltar que en ningún momento dejó de ser afectuoso conmigo. De la Torre sigue empeñado en demostrar que sube las escaleras casi de dos en dos, que las sube, y que cuando recita el artículo 1º de la Declaración de DDHH (como hizo el miércoles en el bonito acto del Colegio de Abogados dejándonos a los demás tan pequeños con nuestras fotocopias en la mano) lo hace de memoria.

PACO, ELÍAS, DANI, JUAN, EDUARDO

No sé cuánto le importa al malagueño de a pie el asunto muy mal llamado «sucesorio». A la canalla sí le da juego ver al presidente de la Diputación, Elías Bendodo, aparecer junto al alcalde en cada vez más actos compartidos, como si de un relevo se tratase, pero sin que De la Torre se decida a que le releve nadie. Ahora que se especula con todo, otra vez con la vivienda o con la nueva moneda bitcoin, también se especula con quién gobernará Málaga a partir del 9 de junio de 2019. Se trata de acertar si el relevo del PP a De la Torre llegará a las elecciones -o no, como diría Rajoy- en forma de alcalde «sustituto», tras la renuncia de éste en el tramo final de la legislatura; o lo hará después de haber ganado De la Torre las elecciones -o no, como diría Rajoy otra vez- por haberse vuelto a presentar; o llegaría a pelo como un nuevo candidato en la brega con Daniel Pérez del PSOE; Juan Cassá de Ciudadanos; Eduardo Zorrilla de IU e Ysabel Torralbo (aunque no me atrevería a adelantar aún la candidata o candidato de Podemos o Málaga Ahora o en Común o como se vaya a denominar la candidatura morada para entonces).

BALDOSAS AMARILLAS

Ayer resaltaba el periódico unas divertidas pero serias declaraciones de Rosa Francia en la COPE sobre el «último mandato» de su marido. Espero que el alcalde le haga más caso a ella que el que me hizo a mí. Lo escribo por convicción en que, con argumentos que ya he publicado, en política no son buenos los mandatos largos. Y también lo escribo por afecto. De la Torre lleva 17 años siendo alcalde y, además, aunque no está mayor lo es. El día de las elecciones catalanas cumple 75 años. Unas elecciones, por cierto, en las que no hay formaciones políticas sin más. Lo que hay son dos mundos que votan, casi sin mirarse, como si hubiera unas elecciones distintas para cada uno. Una elección en el mundo constitucional, en el que Iceta intenta actuar como bisagra del otro mundo desde el centro izquierda (y quizá Domenech desde la izquierda sin centro). Y luego está el mundo indepe, que sólo ve por sus cristales amarillos el camino de baldosas del mismo color que les lleva a ellos, y a nosotros, a ninguna parte... Porque hoy es sábado.