Resalta mucho la prensa catalana estos días que el juicio a Chaves y Griñán es de tono bajo. A lo mejor es que querían un tribunal con fanfarrias y cornetas, con el juez y los letrados vestidos de tuno y barracas expendedoras de golosinas y globos de algodón.

La tesis implícita y explícita es que la prensa española, las teles y radios en sus informativos no quieren desviarse de la cuestión catalana y por eso dedican poco tiempo a los ERE. Como si quisieran taparlo. O no restar voto al PSC. Va a ser que no. El despliegue es amplio. El PP se esfuerza por hacer de esto el equivalente a la Gürtel. Ni Griñán ni Chaves se han enriquecido. El sistema puede que no fuese perfecto pero estaba diseñado para repartir ayudas legítimas a trabajadores, por mucho que sí, que en escalones inferiores hubiera golfos que detrajeran dinero para putas y cocaína, aficiones censurables y que uno prefiere que cada cual si es que las tiene las pague de su bolsillo.

Que caiga la Justicia con todo su peso de poder obeso sobre quien tenga que caer, pero que no se vuelva, no ya un juicio político a una institución (la Junta) si no tampoco un juicio en tribunal popular sobre Andalucía. De Despeñaperros para arriba son aficionados a confundir churras con EREs. O sea, a que el caso es no algo aislado y sí un proceder andaluz. Les falta decir que echamos muchas horas de siesta y que nada más despertar pedimos un rebujito, el PER y vacaciones. Hay que prestar mucho interés a lo catalán por ser unas elecciones cruciales. Podría ganar el constitucionalismo. Aunque lo ideal sería un gobierno de varios partidos dejando fuera extremismos y dejando fuera la agenda del supremacismo. Enric Juliana, periodista de La Vanguardia, ha bautizado felizmente como carlismo a los partidarios de Carlos Puigdemont. Y, claro, el puigdemonismo y el PdeCat, su partido, se han cabreado mucho. Si bien, es cierto que un partido de derecha, deseoso de no ser solidario con otras comunidades y beatón de las esencias bien puede ser considerado como pariente del carlismo clásico.

Pariente lejano, no es una cosa tampoco muy rigurosa desde el punto de vista de la Historia, pero sí un feliz hallazgo periodístico. A veces, contra lo que dicta el tópico, lo bueno no es llamar a las cosas por su nombre, más bien bautizarlas de nuevo. Y con ello, crear escuela. O estilo. El juicio contra Griñán y Chaves continuará con lo más jugoso en enero. Malas navidades para ambos. Pase lo que pase no habrá sido del todo justo por un detalle: lo mucho que ha tardado el proceso. Es complejo, sí, pero imponer tarde una pena o una absolución es doble pena o pena pasada innecesariamente.

Y si el jucio para o se ralentiza en Navidad, lo catalán promete adobar hasta los mazapanes. Metérsenos hasta en la sopa de Nochebuena. El jueves, elecciones, lo cual ya de por sí da que hablar por raro: no son en domingo. Y ahí tenemos un hecho diferencial. Los catalanes siempre distintos, podría decirse. Si no fuera porque las ha convocado Mariano Rajoy. Que también con lo de Andalucía (apuros judiciales para el socialismo) ríe.