Me meto, para hacer tiempo, en un bar en cuya barra hay varios periódicos del día. Aunque es temprano, ya hay gente que los ha leído. Bueno, más que leerlos, parece que se han peleado con ellos, pues están desencuadernados, desencajados, arrugados, tristes. Un periódico triste no es necesariamente el que trae malas noticias, sino el que tiene una mancha de café con leche en Cultura. O un lamparón de grasa en Necrológicas. Tomo el que me parece menos castigado, lo abro y leo que alguien, no sé dónde, encontró un zapato con un pie dentro. El ruido ambiental no me permite concentrarme en la noticia, de modo que la leo en diagonal, preocupado también por mi cita con el dentista, cuya consulta se encuentra en el portal de al lado. Me va a quitar una muela que no me da más que problemas. Muerto el perro, se acabó la rabia. En la medida en que la muela forma parte del esqueleto, siento que me va arrancar una parte de él. Me vienen a la cabeza vitrinas de museos en las que aparecen calaveras sin dientes. Las calaveras tienen su personalidad. ¿Qué transmitirá la mía dentro de cien o doscientos años, cuando esté completamente descarnada? ¿Inseguridad, pena, rabia, lástima?

De modo que un zapato con un pie dentro. Imagino que al final del día, al descalzarnos, los pies se quedaran dentro de los zapatos y un escalofrío me recorre la médula. Esto de la médula y el escalofrío no es un modo de hablar, es como suena. Cuando la sensación llega a la nuca, un camarero se acerca y me pregunta si me ocurre algo.

-No me encuentro muy bien -digo.

-¿Vive cerca? ¿Quiere que avisemos a su casa?

-Enseguida se me pasará, gracias.

Durante mucho tiempo dormí con calcetines por miedo a que los pies se me desprendieran de los tobillos por la noche. Según pude averiguar, es uno de los modos en que se manifiesta el temor a la castración. Todos somos castrables. La posesión de un pene implica el pánico a perderlo. Solo que ese pánico se muestra de formas indirectas. La pérdida de las piezas dentales es una de ellas. Antes de abandonar el bar, ordeno las páginas del periódico, para el que venga detrás de mí. Reconstruyo su genitalidad, como si dijéramos.