Todos hemos oído esta expresión muchas veces. La oímos cada fin de semana en cualquier rueda de prensa. Vale para todo. Para explicar un partido perdido o una gran victoria que no se esperaba. Hasta para hablar de un arbitraje a favor o en contra se usa. El pasado viernes el presidente del Sevilla FC usó esta manida expresión para que pudiéramos comprender la destitución del entrenador de su equipo, el Toto Berizzo.

Cierto es que el equipo hispalense ha encadenado una serie de malos resultados en Liga y parece que no están jugando como se pudiera esperar. Tan cierto como el equipo está quinto en la competición doméstica y siguen vivos en Champions League y Copa del Rey. Berizzo seguro que tiene claro que cuando se es entrenador nadie se acuerda de ti cuando ganas pero todos te señalan en la derrota. Lo sabe tan bien como que si hay algo que cambiar siempre se cambiará al entrenador y no a cinco jugadores o a quien hizo el equipo. Y todos los presidentes hacen lo mismo, mejor echar al entrenador antes de que nos piten a nosotros.

Sinceramente que la decisión me ha sentado como una patada en la espinilla. No porque sea seguidor del Sevilla o amigo del Toto, sino porque no puedo entender que destituyan a este señor cuando su equipo va cumpliendo con sus objetivos y mientras está luchando contra un cáncer de próstata por el que tuvo que pasar por el quirófano hace un par de semanas.

Quizás sea yo porque estoy especialmente sensibilizado con este asunto. Pero por más que lo pienso no puedo entender que un club eche a su entrenador cuando más apoyo necesita. Esta temporada al club que preside el señor José Castro, le tocó jugar la competición más importante de todas, la de la vida, arropando y caminando junto a su entrenador en esa difícil batalla en la que le tocó luchar. En la liga de la vida los dirigentes de este club merecen descender de categoría porque han demostrado no estar a la altura del club y la afición que representan. Esto no implica que no haya que reaccionar ante un bache en juego y resultados que, según todos los entendidos, era evidente. Tan evidente como que ciertos jugadores por los que se apostó muy fuerte no están cumpliendo con las expectativas. No sé, pero estando tan cerca la apertura del famoso mercado de invierno, posiblemente sumando al proyecto algunos jugadores más se podría mejorar el equipo en aquellas posiciones que se considere que hay que reforzar. Ahora esos nuevos jugadores que seguro se sumarán al equipo, los disfrutará el nuevo entrenador que traigan para sustituir al destituido Berizzo.

Todos tenemos claro que el deporte profesional hace mucho que dejó de ser un deporte y se convirtió en un negocio. Eso implica que no hay corazón ni sentimientos. Todos los que pertenecen a ese mundo lo entienden. Eso no me sorprende ni a mí ni a nadie. Mi sorpresa es comprobar que exista crueldad cuando se señala a una persona que está peleando contra una maldita enfermedad, se le abandona cuando más apoyo necesita. Y para rizar el rizo un viernes 22 de diciembre, que vaya fechita que eligieron los señores para tomar la decisión. ¡Qué poca sensibilidad!

Sé que la guerra contra el cáncer se puede ganar. Lo sé por mi experiencia. También sé que es más fácil ganarla si no la afrontas sólo, que los que ayudamos a afrontarla somos muy importantes para los que padecen la enfermedad. Pero también tengo claro que ese apoyo debe ser incondicional y basado en el cariño. Si ese sentimiento no es sincero mejor que no se te acerquen. Por eso creo que Berizzo no pierde nada por no contar con la ayuda del presidente José Castro y su junta directiva en esta batalla. Tiene por delante algo más complicado que ganar una Champions y estos señores no son la mejor compañía para afrontar este largo partido.

El último párrafo es obligatorio dedicároslo a todos vosotros para felicitaros en este día tan especial. No cometáis el error de estos directivos y poned corazón en vuestra vida. Estas fechas son las mejores para hacerlo. No dudéis en abrazar hoy a todas aquellas personas que de verdad os importan. Y si no tenéis esa posibilidad, cuando menos enviar ese abrazo que con esto del Whatsapp no cuesta nada y es muy fácil. ¡Feliz Navidad!