Las elecciones en Cataluña había que hacerlas y ha sido una buena decisión convocarlas cuanto antes. Sus resultados han sido los que se esperaban y no auguran una salida fácil del problema planteado. No despejan el horizonte. Pero pueden contribuir a mejorar la situación -cosa que no es difícil- si se manejan con inteligencia.

1.- El pueblo catalán se ha expresado en paz y con total libertad. No ha habido incidentes. El alto porcentaje de votantes, superior al 80%, permite que se conozcan sus deseos con mucha exactitud.

2.- El resultado muestra que la sociedad catalana está dividida en dos partes casi iguales. No hay un pueblo catalán unido que quiera la independencia o que no la quiera. Hay dos facciones de peso similar en ese mismo pueblo, una que la quiere y otra que no la quiere. Quién pretenda hablar en nombre de la sociedad catalana deberá tenerlo en cuenta a partir de ahora.

3.- Con estos mimbres es suicida intentar cambiar el statu quo. La independencia no es posible. Ningún país se puede construir contra la mitad de sus ciudadanos. El fracaso internacional cosechado hasta ahora y la huida masiva de empresas del territorio catalán han sido lecciones claras. Como lo ha sido la demostración del poder del Estado al aplicar el artículo 155.

4.- Los independentistas han vuelto a tener más escaños pero su voto está estancado desde hace veinte años en torno al 48% del censo. Los constitucionalistas han tenido más votos en total, pero no han logrado atraer a votantes del lado independentista. Ningún lado convence al otro y ambos bloques son sólidos.

5.- Algún día habrá que cambiar la ley orgánica del Régimen Electoral General, como piden Ciudadanos, PSC y Comunes, para que los votos de todos los ciudadanos valgan lo mismo, con independencia de dónde se emitan, y que haya correlación entre el número de votos obtenido y el numero de escaños asignados. En estas elecciones cada escaño por Barcelona ha costado 38.496 votos, 24.511 en Tarragona, 23.963 en Girona y solo 16.008 en Lleida y eso favorece a unos y perjudica a otros.

6.- Los independentistas tienen todo el derecho de formar gobierno en Cataluña, una vez que el partido Ciudadanos, el más votado y que tiene mayor representación parlamentaria, comprueba que carece de los apoyos necesarios para hacerlo.

7.- Es deseable que el nuevo gobierno de la Generalitat haya aprendido de lo ocurrido y gobierne para todos los catalanes y no solo para sus votantes. Y que se dedique de forma prioritaria a resolver problemas de sanidad, educación, transporte o vivienda etc. que tiene Cataluña y que llevan años desatendidos.

8.- Pero no lo tendrá fácil porque Junts per Catalunya y ERC dependen de la CUP para tener mayoría absoluta. Y la CUP, que se ha pegado en estas elecciones un batacazo tan grande como el PP (de 11 escaños a 4), ya ha exigido «construir república» al que quiera pactar con ella.

9.- Quizás una solución para que el bloque independentista no dependa nuevamente del chantaje de estos radicales pueda ser que le apoyen los Comunes, a pesar del bajón que también han tenido. Sus ocho escaños podrían bastar... si se dieran las condiciones adecuadas.

10.- En todo caso, estas elecciones deben marcar el final de la vía unilateral porque ha quedado demostrado que por ahí no se va a ningún lado, salvo a dividir a la sociedad, a irritar a los adversarios y a frustrar a los partidarios. Ojalá se haya aprendido esta importante lección.

11.- En España (a diferencia de Alemania, por ejemplo) se puede defender la independencia a condición de que se haga dentro de la ley. Y si esa ley no gusta, se procura cambiarla. Eso en una democracia se hace dentro de la Constitución y dentro del estatut de autonomía. Violar una ley nunca es democrático. Por eso los jueces seguirán actuando y la existencia de imputados, fugados y detenidos no facilitará las cosas.

12.- A escala nacional, estas elecciones permiten también extraer algunas conclusiones sobre el fracaso del gobierno en la gestión de la crisis catalana, donde de 19 diputados en 2012 ha pasado a solo 3 hoy; el fulgurante ascenso de Ciudadanos a costa sobre todo del PP, pero no únicamente del PP; la caída de Podemos a pesar de sus esfuerzos por repicar e ir al mismo tiempo en la procesión catalana; y el estancamiento del PSC, tan ambiguo que uno no acaba sabiendo qué defiende. Igual que le ocurre al PSOE.

13.- Ahora debe abrirse un diálogo entre Barcelona y Madrid, que no será fácil porque la Constitución impone límites que nadie se puede saltar y porque el partido que sostiene al gobierno central ha sido prácticamente borrado de Cataluña. Y porque estos meses han hecho mucha «mala sangre». Pero es el único camino. Y es mucho de lo que se puede hablar y mucho lo que se puede hacer sin romper la unidad nacional de España. Otra cosa solo conducirá a nuevos fracasos, a mayores frustraciones y a más empobrecimiento.

14.- Los ciudadanos de Cataluña han hablado. Ahora toca a los políticos interpretar y trasladar sus deseos a las instituciones y a la política. Y ningún deseo debe ser mayor que recuperar la convivencia entre dos bloques, nacionalista y constitucionalista, que están obligados a vivir juntos. Ojalá los políticos que tenemos (que son los que nos los hemos dado) sepan estar a la altura...

Y de momento, Feliz Navidad a todo

*Jorge Dezcállar es embajador de España en EEUU.