Hasta ahora, la obsesión del ser humano por perfeccionarse podía satisfacerse, a grandes rasgos, emprendiendo el camino de la santidad o el del gimnasio. Moldear el espíritu o el músculo era la única manera de subir un escalón en esta mediocre existencia nuestra. Pero en este siglo XXI, según Josiah Zayner, también tenemos el derecho a modificar nuestros propios genes para alcanzar las doradas metas que nos propongamos. De hecho, él se ha puesto manos a la obra. Zayner, de 36 años, exbioquímico de la NASA, ya puede pasar a la historia como la primera persona que ha utilizado la herramienta de edición genética (la técnica CRISPR) para modificar su propio ADN. Hace un par de meses, y con la preceptiva retransmisión en directo a través de internet, Zayner se inyectó en su brazo izquierdo unos productos químicos diseñados para provocar un cambio genético vinculado a un aumento dramático de la masa muscular. (Aún no tiene resultados). Este científico, graduado en la Universidad de Chicago, que trabajó para la Agencia Espacial estadounidense en el diseño de una colonia en Marte, se ha convertido en un gurú de la comunidad «biohacker», que experimentan con biotecnología en sus propios cuerpos y en su propia casa (o garaje), fuera del circuito «oficial» de los laboratorios de instituciones o empresas. Zayner ve el futuro como en la película «Blade Runner», «donde uno entra en un laboratorio ubicado en un callejón y allí está el tipo que hace ojos. Me imagino a la gente yendo a algún lugar como un salón de tatuajes, y en lugar de hacerse un tatuaje eligen algo de ADN que los haga musculosos, o les cambie el color del cabello o de los ojos», declara en una reciente entrevista con «The Guardian».

Zayner cree firmemente en los beneficios que puede reportar a la humanidad que los «biohackers» experimenten con sí mismos el corta y pega genético en vez de esperar por los largos procesos de validado oficial de fármacos. Éste es su argumento: «Al hacer estos experimentos, tenemos que equilibrar dos cosas: cuántas personas pueden morir probando sus propios productos, o haciéndolos disponibles prematuramente, frente a cuántas personas tienen trastornos genéticos y están muriendo simplemente porque no tienen acceso a ellos. Hay un gran desequilibrio, protegemos demasiado a las personas en lugar de ofrecer una oportunidad a millones de personas que están muriendo». Zayner reclama el derecho del hombre a modificar su propio ADN, lo mismo que tiene derecho a ser libre y tratado por igual a sus congéneres, y cree que la iniciativa individual y casera de los heterodoxos da los mejores resultados: «Crecí en los años 90 con el movimiento de los piratas informáticos, con el desarrollo de internet. Todo el movimiento del código abierto fue increíble. ¿Y quién creó Linux, el sistema operativo más utilizado? No fueron estudiantes de Harvard o Cambridge, sino Linus Torvalds, un estudiante de Finlandia trabajando en su apartamento».