Se acabó la Navidad, una época proclive para el metepatismo. Porque no es raro que ocurran confusiones tras lo atracones navideños, como las que transforman en embarazos embarazosos unas opulentas vacaciones, o las que envuelven en un precioso papel de regalo al cantautor malagueño equivocado. Lo que viene a ser una cagada, vamos. Y con el nuevo año, del que ni se cumplen dos semanas, ya tenemos meteduras de pata de alcance nacional que no tiene tique regalo para poder deshacerlas.

«Un calentón lo tiene cualquiera», que se suele decir, y uno y bien gordo tuvo hace unos días el alcalde de la localidad sevillana de Pedrera. Después de varios días de tensión tras un accidente de tráfico protagonizado por unos vecinos del municipio y otros de nacionalidad rumana residentes en el mismo, Antonio Nogales, que así se llama el alcalde sevillano, mantenía una extensa reunión con los vecinos en forma de asamblea en plena calle. Cercana al principio. «Francisco, tranquilízate hombre». Caliente, pero moderada. «Vamos a intentar arreglar esto con los medios que nos da la ley». Pero progresivamente más encendida. Hasta el punto de que Nogales, en un arranque no se sabe de sinceridad o de ironía mal entendida, llegó a preguntar a los allí congregados de forma retórica: «A mí me gustaría ver a gente fusilada, ¿Queréis que os diga más todavía?» Reacciones, las esperadas: la oposición pidiendo la dimisión. El primer edil defendiéndose con que no quería decir eso, y la pata... hasta el fondo. Y también hasta el fondo, pero por escrito, metió la pata esta semana el que redactó una nota informativa a los medios de comunicación del ministerio de Interior dirigido por Juan Ignacio Zoido, en la que se anunciaba el desalojo completo de la cárcel de Archidona, utilizado las últimas semanas como CIE. En ese documento se explicaba, muy clarito, que ya no quedaban inmigrantes internados en el centro malagueño, como si hubiera a lo mejor algún problema en decir que dónde estaban era una cárcel, una prisión. Con todas sus letras. Y para letras, las del Carnaval de Cádiz. En el primer día del COAC gaditano, el independentismo catalán se ofendía por una parodia que situaba a Carles Puigdemont en el cepo del verdugo. Delito de odio, dicen algunos, que no entienden que esto es Carnaval, que el concurso es muy largo y que, al cabrearse, han creado sin quererlo, unas cuentas letras más dedicadas a Cataluña. Lo dicho, otra metedura de pata.