A estas alturas no vamos a descubrir nada nuevo sobre la gestión, o falta de gestión, que el gobierno andaluz hizo y hace sobre La Cónsula. Después de dos años cerrado el restaurante de la escuela de hostelería ahora, quizás, si hay suerte y ganas, lo abrirán a final de este curso, serán tres años cerrado sin que los alumnos hayan hecho sus prácticas en el centro.

Al susanismo del verborreo, el postureo y el discurso fácil se le da bien eso de cerrar o dejar morir lo que funciona, lo que es necesario y lo que demandan los andaluces: cierra la Cónsula si es necesario, cierra plantas de hospitales públicos si se tercia, camas en residencias públicas de mayores, o centros de formación para desempleados, como si no tuviéramos casi 900.000 mil parados en esta tierra. O igual piensan que no los tenemos porque todavía no se han manifestado en masa a las puertas del Palacio de San Telmo, pese a hacer méritos para ello, al grito de «Susana, dame un trabajito como les das a tus amiguitos», esos que con carnet en mano fácilmente son colocados en el entramado empresarial público andaluz que pagamos entre todos.

Ahora le toca a los centros de formación para el empleo. En Málaga tenemos uno, «Rafael Salinas», donde las instalaciones, aulas y equipamiento ya los quisiera cualquier centro privado donde muchos parados pagan por formarse. Es un edificio fantasma, sin apenas personal trabajando allí, por otra parte lógico porque dada su escasa o nula actividad. En el año 2017 de los cursos impartidos se beneficiaron menos de 250 desempleados. Es una vergüenza que en una provincia con 156.000 parados, y cuya obligación de formarlos corresponde a la Junta de Andalucía, sólo programaran el pasado año 17 cursos destinados a desempleados, a pesar de las enormes posibilidades del centro que cuenta con un número considerable de aulas.

El paro es el problema que más preocupa a los andaluces pero, por desgracia, del que menos se ocupa quien gobierna Andalucía. Los números cantan, la comunidad autónoma andaluza encabeza el ranking de desempleados de España y Europa, todo un mérito difícil de conseguir si no es por la inacción de los que llevan años, muchos, demasiados, gobernando esta tierra. El desempleo no se combate con discursitos vacíos, lamentándose o culpando a otros. La creación de empleo en Andalucía pasa por incentivar a los emprendedores, bonificar los impuestos cedidos y tramo autonómico del IRPF para quien inicia una actividad y sobre todo, formando a nuestros parados para que puedan insertarse en el mercado laboral en los oficios más demandados. Lo contrario que se hace en Andalucía, donde la formación en general y en todo lo relacionado con la hostelería en particular es casi inexistente, y donde centros de formación para desempleados como el de Málaga actualmente no imparte formación alguna para quienes están en paro. Esperemos que, como el restaurante de La Cónsula, lo vuelvan a poner en funcionamiento, aunque lo deseable es que no tarde otros dos años.