Renfe inaugurará el año que viene un servicio de Alta Velocidad (AVE) low cost, con tarifas entre un 20% y un 25% más baratas respecto a las actuales. Se denominará EVA y con esto, la compañía pretende atraer a nuevos viajeros, especialmente a los jóvenes. Vagones bullangueros los pueden llamar. Falta por saber si la velocidad también será low cost y a costa de pagar menos vas a tardar a Madrid lo mismo que si fueras en Vespa parando a comer bocadillo de jamón cada rato. Falta saber también si la cafetería será igualmente low cost o para compensar que pagas menos por el billete te van a clavar por un cafelito y un donut.

Las experiencias en el AVE del que suscribe han sido placenteras y puntuales. Todo agradable. Pero como ser paranoico no significa que no te persigan, no sé si eso está hecho contra uno, que paga de buen grado no sólo por la rapidez, y sí también por la tranquilidad. Que el AVE se reinvente es bueno. Que renuncie a su esencia puede ser sinónimo de que ha fracasado. No creo que sea así. Seamos buenos: tal vez todo se reduce a las mismas prestaciones pero a menos precios. Ojalá. Es el reconocimiento implícito a que el AVE es caro.

Los trenes siempre han generado mucha literatura. A mí, a bordo de ellos, más que por hacerla me da por consumirla. Un viaje te transforma, pero te transforma más si en el trayecto te metes un buen número de páginas de Crimen y castigo, algún relato de Carver o La montaña mágica. Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente, nos dejó dicho Mark Twain. Viajar en tren sigue teniendo un encanto romántico, un encanto irrompible salvo que te toque al lado un niño berreante o un señor amigable con ganas de contarte sus enfermedades. Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas dijo Gómez de la Serna, o Ramón a secas, que es como llaman algunos a este genio de las greguerías. Las greguerías que van en tren van más rápido. Las greguerías sobre locomotoras ya no incluyen la palabra carbón. Hay quien vive a todo tren sin pisar una vía. Antes, las estaciones podían tener un punto melancólico o tristón. Ahora son modernas y funcionales en muchos casos y si eres un poco despistado no te acuerdas si estás en un sitio donde se toma el tren o el avión o el té. Los guardagujas llevan toda la vía trabajando. Los que dicen tonterías como para parar un tren, ¿se suben luego a él?

En los trenes se han ambientado muchos crímenes, pero es un crimen no ambientarse en elllos. A veces. El AVE vino para quedarse y vino a toda velocidad. Ahora se extiende por esta piel de toro, incluso por eso que se ha dado en llamar Laponia, que es ese vasto territorio muy despoblado que abarca zonas de Castilla y León y Aragón y otras comunidades. Esos sitios donde el chiste dice: aquí hay dos estaciones, el invierno y la del tren. Tren rápido ahora. O «de altas prestaciones», como dicen algunos cursimente. Menospreciándolo. Lenguaje low cost, o sea, barato.