Reprimir un estornudo puede causar lesiones internas graves, he leido. Nada que uno mismo no haya sospechado al hacerlo alguna vez. El cuerpo, como depósito franco que vive del tráfico incesante de entradas y salidas, está diseñado para que cualquier operativo de admisión o expulsión proporcione placer, un mecanismo de retribución funcional. Cortar de forma brusca el intenso placer del estornudo (quizás el virrey en el ranking de expulsiones) tiene su coste. Hay modos intermedios para contener la violencia del espasmo, minimizando efectos (externos) y riesgo de daños (internos), pero no es tan fácil medir. Lo mejor es soltarlo, sin más, usando un pañuelo como barrera de respeto al medio circundante, amortiguando al límite la onda expansiva. Además la efímera paz que luego deja la expulsión no reprimida es de superior calidad; aunque desde luego todo placer tenga sus perversos.