Es algo que ha quedado casi sepultado en las negociaciones para una nueva coalición entre cristianodemócratas, socialdemócratas y cristianosociales bávaros.

Pero en lo que se ha fijado el semanario Der Spiegel: el documento de 177 páginas resultado de las negociaciones tripartitas apenas contiene una breve y más bien vaga referencia al tabaco.

"Seguiremos combatiendo en el futuro el abuso de las drogas y completaremos de paso las medidas destinadas a la prevención del tabaquismo y el alcoholismo", reza el texto, que no se compromete a nada en concreto.

Alemania es el único país de la Unión Europea que permite a la poderosa industria tabaquera seguir anunciando ese producto cancerígeno en fachadas y postes publicitarios.

Un cartel de gran tamaño en una parada de autobús de una ciudad germana, reproducido por la revista, anuncia sin tapujos una oferta de promoción de 40 cigarrillos por 9,50 euros.

Y, sin embargo, los propios políticos de la CDU/CSU reconocen que el tabaco es responsable de la muerte de unas 121.000 personas al año solo en ese país.

Hace catorce años, el Gobierno alemán se comprometió, como otros, a prohibir totalmente la publicidad del tabaco para el año 2010, algo que no ha ocurrido.

En la anterior legislatura, el Gobierno presidido por Angela Merkel llegó a un principio acuerdo para prohibir para el año 2020 ese tipo de publicidad en las fachadas.

Sin embargo, el correspondiente proyecto de ley finalmente no prosperó por culpa sobre todo de las resistencias cristianodemócratas y de algunos políticos municipales.

Parecía que iba a conseguirse esta vez en las largas negociaciones de coalición, y los expertos del grupo que negoció los temas sanitarios parecieron incluso convencidos de que así sería.

Pero en el último momento se vio que una vez más se había salido con la suya el poderoso lobby del tabaco.

Como en ocasiones anteriores, la oposición vino sobre todo del jefe del grupo parlamentario cristianodemócrata, Volker Kauder, según el cual ese partido no podía aparecer como el de las "prohibiciones".

Kauder se impuso finalmente a algunos correligionarios como los ministros de Agricultura y Sanidad o la encargada de las toxicomanías, favorables todos ellos a la interdicción de esa publicidad en postes y fachadas.

El lobby farmacéutico demostró una vez más ser un hueso duro de roer. Sobre todo con los fondos millonarios de que dispone para, si hace falta, comprar voluntades.