Los votantes del PP en Málaga, al menos en su versión votante local, son delatorristas, adoran al alcalde, sus formas, su gestión, «que cara de buena persona tiene». Cuando hablan de la sucesión, a la que le quedan 8 días de deshoje de margarita, mencionan al posible sustituto: Bendodo y tuercen el gesto. Sin embargo si les preguntas el porque de ese desplante, nadie te da una razón concreta, ni afea la gestión del actual presidente de la Diputación. Los motivos más concretos no van más allá de un «lleva toda la vida dedicándose a lo mismo», «tiene alrededor a gente que no vale mucho». Ninguno de esos motivos son exclusivos, es más, se le podrían aplicar a casi todos los dirigentes, el propio De la Torre, Susana Díaz, etc.

El motivo es intangible, pero es cierto que sobrevuela sobre la ciudad. Probablemente por eso el partido ve urgente que sea alcalde interino y comprobemos, con casi total seguridad, que no hay mucha diferencia con lo que venimos observando con el actual regidor.

Es más, De la Torre últimamente ha dado más bandazos que Bendodo en su gestión. Volvemos a tener follón con la Casa Invisible, ese eterno problema que De la Torre se empeña en no resolver, Limasa, Baños del Carmen, etc. El alcalde no remata. En el otro lado Bendodo ha cosechado éxitos con aclamación por unanimidad con la Térmica, El Caminito del Rey, la Gran Senda, o la Senda Litoral, si bien es cierto que no se pueden tomar estos éxitos como éxitos de un tremendo calado, pero tantos a su favor sí que son.

Así las cosas la calle no lo ve como alcalde, por juventud, por falta de ´duende´, o por algo intangible que no sabemos qué es. Quizá es que Bendodo no es De la Torre, y ese es el problema. O no.