El equipo de Gobierno de la Universidad de Málaga, su rector, José Ángel Narváez, han cumplido una de las promesas electorales que llevó a gobernar esta institución. Y en tiempos en los que resulta difícil encontrar quien cumpla sus promesas viene a bien recordarlo. La Universidad reforma sus estatutos y el Claustro, con aplastante mayoría, los ratifica. Y en tiempos donde tampoco estamos dados al consenso, hay que resaltarlo. Durante unos intensos meses de trabajo se fue fraguando este consenso donde todas las partes han arrinconado alguna de sus pretensiones. Y desde el Consejo Social de la Universidad nos tenemos que alegrarnos. El equipo de Gobierno de la UMA tuvo a bien explicar al Consejo los cambios introducidos en la reforma de la estatutos y entendimos que el paso que daba la Universidad era para situarla en el futuro, con clara vocación de servicio a la sociedad y, quizás, cerrando más de una puerta a la tradicional endogamia que arruina muchas posibilidades de estar cerca de la sociedad a la que debe servir. Hay que decirlo: poner de acuerdo y en común todas las sensibilidades, tan distintas y tan diversas, de una comunidad universitaria es un arte de orfebrería y de hábil manejo del florete, dejando en su vaina el espadón herrumbroso y marrullero.

Creo que compete a la Universidad dar a conocer a la sociedad malagueña los cambios habidos para que su conocimiento acerque a los malagueños a una institución que debe ser el permanente fermento de su crecimiento. Está dicho que conocer es amar y bien merece la pena hacer un esfuerzo en ello. Nosotros desde el Consejo Social de la UMA lo vamos a hacer, acercando a colectivos de ciudadanos lo que representa para el presente y futuro esta nueva dinámica de la Universidad donde se evidencia una apuesta clara y rotunda por la enseñanza pública, por su papel en la sociedad y acendrada defensa de los valores universitarios y de su vitalidad en defensa de los derechos sociales en una sociedad donde se suelen marginar y, sobre todo, pone de manifiesto que este equipo de Gobierno que lidera el rector Narváez es consciente de que la calidad democrática que se desprende de todo el articulado es esencial para la institución académica al mismo tiempo que refuerza los derechos de la comunidad universitaria. Narváez en sencillas, escuetas pero profundas palabras resumió lo que estos nuevos estatutos representan: «La universidad será más transparente, justa, eficaz y sostenible». O sea, más democrática.

Yo quiero recordar algunos puntos esenciales de estos nuevos estatutos (los anteriores databan del año 2003) como es la puesta en marcha del Consejo de Estudiantes por el papel fundamental que le espera, la limitación de dos años de mandato a los cargos, la elección de decanos y directores de centros por sufragio universal y que el Personal de Administración y Servicios (PAS) tenga un voto ponderado del 13% lo que supone la mayor representación de todas las universidades españolas.

En el escaso año que llevo al frente del Consejo Social he percibido, con desagrado y silenciosa protesta, que la Universidad y lo que representa no ha merecido el trato debido e incluso he visto a políticos del tres al cuarto, de débil y escasa formación intelectual y no digamos ya universitaria, maltratar en protocolo y en el debido respeto a la institución académica tal y como se merece. Habrá que hacer un esfuerzo para entender, sin palabrerías inútiles, lo que nuestra universidad aporta a la sociedad a la que sirve.