Uno de los estragos indirectos que ha producido el fatigoso «proces» es la reacción de cierre en banda a cualquier innovación del sistema autonómico que pueda verse como cesión. Esa cerrazón contribuye a polarizar el conflicto y colabora sin querer con los secesionistas. Sin embargo antes o después será preciso abrir la vía de la reforma del sistema, y tratar de llevar a ella a una parte del independentismo. La propuesta del President valenciano, Ximo Puig, suena en algunos compases a carta a los reyes magos, pero, despojada de quimeras, tiene los ingredientes de un verdadero modelo federal. Además el hecho de que provenga de una comunidad autónoma introduce un nuevo punto de vista, dota a la propuesta de una singular legitimidad y, por su propio origen, no debilita la posición del Estado en el pulso. Prestarle atención ayudaría a evitar que la bipolaridad se cronifique.