Se puede clasificar a la gente de diversas maneras: por religión, sexo, etnia, clase social, tramos de edad, renta (sólo en parte redundante con clase), formación, etcétera. Un modo binario de hacerlo es por gente que tira cosas y gente que guarda cosas. A la segunda clase, que conozco mejor, le cuesta tirar lo que sea, como si le fuera un trozo (aunque sea pequeñito) de vida en ello. El grado patológico es el llamado síndrome de Diógenes, pero no lleguemos a tanto. Una persona amiga mía que es de esa clase dice que se trata de una práctica de resistencia al paso del tiempo, agarrándonos a todo lo que está condenado a perecer, antes de que se vaya, y que gracias a ese tipo de personas el tiempo no se desboca, por lo que es gente muy necesaria en periodos de aceleración. Según él todos esos almacenajes a distinta escala que van del vaciabolsillos al trastero vendrían a ser como anclas.