Una vez me intentaron robar el reloj. Llovía. Por eso ese día no fui al instituto en la bicicleta (dónde estará aquella Torrox color butano que me trajeron los Reyes cuando cumplí 10 años y que tanto tiempo estuvieron pagando mis padres). Me bajé del autobús y anduve por la calle contigua a Martiricos -como llamamos en Málaga al instituto Nª Sra. De la Victoria-.

Ocurrió cuando estaba a punto de cruzar la esquina que da al muro de entrada al viejo edificio que el arquitecto Miguel Fisac construyó en los años de 1950, cuando era muy moderno (tanto que por él le dieron el Premio Nacional de Arquitectura). Me salieron al paso dos chavales que se fijaron más en mi reloj que en la hora temprana que era cuando me la preguntaron: ¿Llevas hora, vieho? Y ya que si dame el reloj, que no, que te pincho, que si dejadme en paz, que si agárralo del brazo, que si no corras mamón, que si ¡Ay! al notar el pinchazo en el muslo izquierdo, que si€

Atravesé el portón y me paré en los primeros escalones de entrada a los soportales del edificio. Les miré. Juraron en arameo sin atreverse a cruzar la línea imaginaria y se fueron retadoramente despacio. Unas gotas de sangre atravesaron la tela del pantalón, nada importante, pero me temblaban las piernas. Para mí era BUP, como se llamaba aquella frontera con la adolescencia, bachillerato unificado y polivalente, 13 años en un rostro con un niño aún dentro y con un hombre caminando con prisa por salir desde el fondo de los ojos. Y eso es lo que siempre fue la enseñanza desde aquel día, un refugiarse en sagrado.

Fisac hizo otros edificios públicos en Málaga, como la Escuela de Enfermería (primero Escuela de Comercio) y la Escuela de Peritos. Pero hoy escribo de mi primer instituto porque traía el periódico ayer que Martiricos ha adquirido la categoría de Instituto Histórico de Andalucía, junto al Vicente Espinel (Gaona para los amigos) y otros dos institutos de Antequera y Archidona. Tenía razón el profesor José Francisco (nos llamamos igual) Jiménez Trujillo cuando recordaba en el 50 aniversario de Martiricos (en 2011, fue inaugurado oficialmente en 1961) la frase de Max Aub: «Uno es de donde hace el bachillerato».

Por Martiricos estudiaron, se examinaron, se matricularon o tienen su expediente, entre otros, Picasso, Severo Ochoa, Ortega y Gasset, € -teniendo en cuenta que al nuevo edificio de Fisac se trasladó el antiguo instituto de la calle Gaona para su segunda vida, que hoy sigue palpitando en Málaga-.

Ya una vez escribí sobre algunos recuerdos como alumno de 1º y 2º de BUP en Martiricos. Quizá la pérdida personal reciente de quienes fueron profesores y amigos, como Juan Antonio Lacomba y Antonio Garrido Moraga, me ha impulsado a hacerlo de nuevo. O quizá comprobar que la pequeña cicatriz en la pierna sigue ahí, pese a que quien me robó el reloj fue, muchos años después, el propio tiempo, el paso del tiempo, de aquel tiempo lejano€