Garbage time, el tiempo de la basura. Así empezaron a denominarse en la liga norteamericana de baloncesto, la NBA, a esos aburridísimos tramos finales de los partidos que llegaban más que resueltos al último cuarto. Con diferencias en el tanteo de más de una veintena de puntos, los entrenadores empezaban a rotar los banquillos y a dar minutos a los jugadores menos experimentados. Aquí no tardamos en importar el término y a hablar de «minutos de la basura».

Cuando esos minutos pasan a convertirse en horas, en días, en semanas, en meses y hasta en trimestres de la basura, la cosa empieza a oler mal, pero que muy mal. Es cuando las gradas, sin remedio, comienzan a despoblarse. Es cuando ante esa tremenda sangría de aficionados sólo los más fieles incondicionales son capaces de plantarle cara al aburrimiento.

No hay nada peor que empezar la primavera sin objetivos. Tienes ante sí un calendario con diez jornadas y, si hasta tu entrenador reconoce que ya pocas alegrías va a poder darte, es que estás instalado en la basura. Como en el baloncesto. Pero con meses por delante. Ya ni te apetece ponerte a ratos la tele para ver si ganan o pierden tus rivales directos. Sí que mantienes el ritual de contemplar de principio a fin los 90 aburridísimos minutos del partido de tu equipo. Pero, como en la hipnosis o en las sesiones de relajación, sientes tus párpados cada vez más pesados. Te pesan más y más. Ni la dosis habitual de cafeína te aleja del bostezo. Eres presa de la antítesis del buen fútbol y pocos esfuerzos merecerían más premio. Porque sabes de sobra que, a estas alturas de la película, quienes saltan al césped aspiran como mucho al empate a cero.

El Málaga CF se ha convertido por derecho propio en uno de los peores colistas de la historia de Primera División. Con 14 puntos cosechados en siete meses de competición, la victoria que el viernes cosechó el Levante situaba la permanencia a 14 puntos de distancia. Con apenas dos meses de campeonato por delante, dimitieron hasta las matemáticas.

Por tradición y casi definición, los minutos de la basura suelen aprovecharse para que descansen las estrellas. Son los instantes en los que el aficionado tiene la oportunidad de ver en acción a los suplentes, a los menos habituales. Incluso son oportunidades únicas para que los canteranos disfruten del protagonismo que no tuvieron antes. Cuando estás sentenciado y eres incluso peor que aquel que en décadas peor lo hizo, lo normal es que intentes nuevas mecánicas. Tienes vía libre para experimentar.

Pero se ve que en el Málaga CF ni siquiera el inicio de las obras de la futura Academia abre las puertas a los canteranos en tan difíciles tiempos. José González, al que sí que felicitamos hoy (pero por su onomástica), dictó sentencia este fin de semana. Ejerció de auténtico pater familias a las puertas de este Día de San José y nos sorprendió al expresar que darle minutos a los jóvenes sufriendo en Primera «no es el mejor aprendizaje». Mucho mejor retener a los internacionales del Atlético Malagueño en los barrizales de Tercera. Hay que «cuidarlos».