Puigdemont, y otros conjurados, se escandalizaban de que una decisión del juez Llarena valga más que dos millones de votos. Se les escapaba un pequeño detalle, que es la ley. Contra la ley dos millones de votos, o incluso seis, no valen nada, salvo que se eche mano de la fuerza (razón de que el independentismo haya jugado a fondo la carta de la calle). Ese pequeño detalle, ignorar la ley, es el que les ha enajenado todo apoyo en Europa, salvo el de algunos flamencos eurófobos. Parece mentira que formando parte de un pueblo tan detallista, tan sutil en cosas, tan atento al matiz, no solo se les haya escapado el pequeño detalle, sino que sigan negándose a verlo, y no sean capaces de respetar las balizas que separan lo legal de lo ilegal. Por muchos coches que metan por dirección prohibida el Código de Circulación seguirá ahí. Sólo librarían si ponen ellos los guardias, como ya han intentado.