Hemos visto cómo la transparencia en política ha sido últimamente tendencia en todos los medios de comunicación. Algunos entendieron la transparencia como colgar un montón de datos en las webs oficiales, para que todo lo que se hace en las administraciones quede registrado. Sin embargo esto es como cuando aquel traficante de tabaco dijo que él no fumaba o cuando el evasor de impuestos presenta una declaración de la renta impecable. No cuela.

Sin embargo esta ciudad en realidad es transparente. Lo último es que en esta ciudad una diputada de la administración provincial contrata asiduamente a su pareja mediante designación directa, de forma transparente. Se sabe pero no pasa nada.

En esta ciudad de forma transparente la misma empresa de eventos realiza siempre los mismos eventos, incluso a veces con contratos fraccionados artificialmente, y de forma transparente se puede consultar cómo para un mismo evento se contrata, pongamos por ejemplo, por un lado al escenario, por otro las luces y por otro la megafonía. De forma legal y transparente.

También podemos ver cómo altos cargos de los principales partidos en esta ciudad tienen familiares que abren y cierran negocios dejando deudas sin ton ni son y sin que esto tenga consecuencia alguna.

En esta ciudad ha dimitido una concejala y acto seguido ha sido fichada por otra administración del mismo partido político. Con total transparencia, luz y taquígrafos. Conste que no me pareció motivo para la dimisión pero parece poco coherente que los principios de un partido dependan del día o de si es el Ayuntamiento o la Diputación.

En esta tierra tenemos una lista con los amigos que son de fiar, incluido «el marido de la loli» para saber quién vale o no para un puesto. Meritocracia y transparencia, esta vez se dan la mano. Por tanto no nos quejemos tanto porque transparencia política tenemos, lo que falta es vergüenza.