Al hilo de la celebración, este año, de los 1.300 años de la batalla de Covadonga, hay quien pone en ella el origen mismo de España (covadonguismo), quien la relega a simple escaramuza y quien llega a negarla. Una buena celebración pondría las cosas en su sitio. Del hecho de la batalla no hay duda, pues la tradición coincide con las crónicas cristianas y musulmanas. En cuanto a su entidad, no se debe medir por el número de combatientes, sino por sus efectos: la salida del Islam de esa zona del Norte que ocupaba y el nacimiento de un Reino (el de Asturias) de gran pujanza y originalidad, que, con su secuencia en el de León, sería principal agente, durante siglos, de la llamada Reconquista. En cuanto al origen de España, es buena hora para distinguir este impulso de otros (Navarra, Aragón, algo después), empezar a entenderla de verdad, y poner en su sitio (enorme, pero no único) a Castilla.