Casi un millón de habitantes de Austin (Texas, EEUU) viven desde hace más de dos semanas en estado mental de arresto domiciliario. La causa, el miedo desencadenado por la explosión secuenciada de cinco bombas enviadas por correo que, en este tiempo, han matado a dos personas y herido a cinco. Desde que estalló el primer artefacto, la policía, que ha desplegado cientos de agentes locales y del FBI en la zona, ha recibido casi mil llamadas de alerta por supuestos paquetes sospechosos.

El miedo de los habitantes de Austin -dos millones si se incluye su área metropolitana- está, además, espoleado por el recuerdo del legendario terrorista Unabomber, quien trajo de cabeza al FBI de 1978 a 1995, obligándole a emprender una de las investigaciones más costosas de su historia. Durante ese tiempo, Theodore Kaczynski, un brillante matemático que a los 27 años dejó de lado su prometedora carrera universitaria para abrazar un anarcoterrorismo ecologista, mató a tres personas e hirió a otras 23 con 16 bombas caseras enviadas por correo a universidades y aerolíneas. En la actualidad cumple ocho condenas a cadena perpetua no revisable y su caso ha sido tratado en la serie televisiva Manhunt: Unabomber.

En Austin, todo empezó el pasado día 2, viernes, cuando una bomba casera enviada por correo mató a un hombre negro. Diez días después, el lunes 12, otras dos bombas similares liquidaron a un joven músico negro y dejaron seriamente heridas a su madre y a una mujer hispana de 75 años.

Dado el tipo de víctimas, los investigadores pensaron que los ataques, que tienden a atribuir a un único actor, tenían un componente racial y los clasificaron como delitos de odio. Pero la hipótesis se les vino abajo, y el miedo se disparó hasta el confín del pánico, cuando una cuarta bomba explotó este domingo, hiriendo a dos jóvenes blancos. Esta vez, el artefacto estaba situada en plena calle y lo accionaron las víctimas al tropezar con un cable trampa.

El quinto golpe llegó esta semana, pero se quedó a medio camino de Austin. Una bomba dirigida a esa ciudad estalló en una oficina de distribución de una empresa de mensajería en el área de San Antonio, hiriendo a un empleado. Poco después fue localizada una segunda bomba, que, al no haber explotado, puede ofrecer a la policía nuevos datos sobre una secuencia de ataques que la Casa Blanca insiste en desligar de cualquier «nexo aparente con el terrorismo». Mientras, Trump ya ha emitido su diagnóstico en un tuit: los autores están «muy, muy enfermos».