La etimología de ´cursi´ es desconocida por completo. Resume las hipótesis al respecto (sin acabar de pronunciarse) el monumental diccionario Corominas, y son tan dispares que suenan a disparatadas. ¿Son cursis las revistas del corazón? Lo parecen, pero en ese caso es muy fácil caer en ello, pues el que llamo ´libreto del amor´ es siempre terreno abonado para esa vulgar hortaliza de aspecto tan floral. Paradójicamente, lo que redimiría de cursilería a las revistas del corazón es que son cursis a conciencia, o sea, queriendo serlo y revolcándose en el almíbar, mientras que detrás de lo cursi genuino no está la voluntad, sino la naturaleza, y ésta se escapa como sin querer. Como ejemplo de la tesis anterior, tomando dos parejas de moda, la Preysler-Vargas y la Iglesias-Montero, una de las dos sería cursi y la otra no. No querría yo privar al lector de decidir, si lo tuviera a bien.