El envenenamiento con Novichok de un ex doble espía ruso y su hija, del que, sin esperar a tener pruebas firmes, Londres acusó a Moscú suscita fuertes dudas en un ex embajador británico.

Craig Murray, ex embajador del Reino Unido en Uzbekistán, considera sospechoso que el Gobierno de Theresa May se mostrase tan seguro del empleo de esa substancia, cuando el centro británico de investigación de armas biológicas nunca la ha visto y ni siquiera tiene certeza de su existencia (1).

Murray señala a este respecto que en 2016, Robin Black, director del laboratorio militar secreto de Porton Down y ex colega de David Kelly publicó en una reputada revista científica británica un artículo en el que afirmaba que las pruebas de la existencia del Novichok eran más bien escasas.

Conviene recordar que David Kelly era el experto en armas químicas que descubrió al mundo la mentira del Gobierno británico sobre la existencia de armas de destrucción masiva en el Irak de Sadam Husein y que luego moriría en circunstancias nunca aclaradas.

La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya, publicó en 2013 un informe elaborado por expertos de EEUU, Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña, que reconocía no disponer de "suficientes informaciones" que acreditasen "la existencia o las propiedades del Novichok".

Desde un punto de vista científico, escribe el ex embajador e historiador británico, el laboratorio de Porton Down no está en condiciones de asegurar que en el envenenamiento del ex espía y su hija se emplease una substancia de la que nunca ha tenido muestras con las que compararla

Es posible, señala Murray, que se hubiese encontrado una muestra de una substancia idéntica a la fórmula revelada hace ya veinte años por un científico soviético llamado Vil Mirsayanov, que es el primero que habló del Novichok, pero eso no significa que la hubiese fabricado sólo Rusia.

Si los expertos de Porton Down son capaces de reproducirla sintéticamente, también podrían hacerlo otros, explica, Murray, quien agrega que si alguna vez existió ese programa de armas químicas se desarrolló en la localidad uzbeca, que no rusa, de Nukus.

En mi época de embajador en Uzbekistán, agrega, visité lo que quedaba de la fábrica de armas químicas de Nukus, que había sido mientras tanto desmontada con ayuda del Gobierno de Estados Unidos, país aliado del Uzbekistán del presidente Islom Karimov.

Según Murray , Theresa May afirmó además textualmente que el Novachok lo fabrican los rusos pero no que "sólo" lo fabricaran ellos. También la penicilina la descubrió un escocés, pero eso no significa que todos los antibióticos sigan fabricándolos escoceses, ironiza el ex diplomático.

Éste se dice "preocupado" por los esfuerzos que desarrollan los servicios secretos y las industrias de armamento para fomentar la rusofobia y preparar a la opinión pública para una nueva Guerra Fría.

Y lo digo, afirma, como alguien convencido de que fueron agentes del Kremlin quienes asesinaron en Inglaterra al fugado espía ruso Alexander Litvinenko y que considera ilegal la ocupación por Rusia de Crimea y de partes de Georgia.

Pero es pura ingenuidad, dice el ex diplomático, pensar que el mundo se divide en buenos y malos y que quienes nos gobiernan son los buenos.

"En Uzbekistán pude comprobar cómo los servicios de seguridad británicos y estadounidenses daban como acreditadas cosas de las que sabían que eran falsas, sólo porque les convenía políticamente".

(1) En un artículo que publica revista mensual alemana "Blätter für deutsche und internationale Politik"