La ciudad de Málaga ya tiene presupuestos. Se está poniendo jodido esto de aprobar presupuestos. Hemos llegado a tal punto que Montoro presenta los del Estado sin que estén aprobados en el Parlamento (en sede parlamentaria dicen los cursis) y sin que haya garantía de que PNV y Ciudadanos vayan a dar su total beneplácito. «Una ciudad como Málaga no se merece estar sin presupuestos», decía ayer Juan Cassá, portavoz de Ciudadanos. La frase lleva implícita que sí hay ciudades que merecen estar sin ellos. Ciudades asilvestradas serían, digo yo, ciudades anarquizadas o con políticos incapaces, ciudades sin un duro tal vez. El alcalde por su parte sonreía.

El alcalde toma esto como una victoria, tener presupuestos, cuando en realidad es algo tan normal que se hace todos los años. Lo torpe es llegar a abril (hasta el pleno de mayo, nada) sin tenerlos. Ciudadanos ha impuesto bastante su santa voluntad en las cuentas, o sea, las ha teñido de naranja, que es un color que se lleva mucho esta primavera en los sondeos, un color a lo que se ve que está sustituyendo mucho al azul, que pinta algo desvaído, que parece que se descompone y cotiza a la baja, no se sabe si coyunturalmente o al estilo de la UCD. Eso por mor de las escandaleras que protagonizan los que dirigen este cromatismo político que tiene a la gaviota o charrán como símbolo. La escenificación del acuerdo político para los presupuestos ha sido en la alcaldía. O sea, algo sosillo. Un apretón de manos, los cámaras tomando fotos e imágenes, algunas palmaditas y tal. Hombre, a ver, no van a convocar una orgía, aunque sería original, eso sí. Ni un festín o una presentación en el Pompidou con azafatos y azafatas ligeros de ropa, canapés y saltimbanquis y unos plasmas o pantallones emitiendo gráficos con las grandes cifras con música de Wagner de fondo; aunque puedo asegurar que en tal caso yo iría a cubrir dicha presentación y no tendría ni una mísera crítica que hacer a esos presupuestos. Que incluyen, al fin, por Dios, reposición de personal en el Cuerpo de Bomberos y mejora de equipamientos. También un gran «pulmón» en Gibralfaro, dinero para externalizar Limasa y alguna cosa interesante más, a falta de conocerlos en detalle. A mí de los presupuestos me gusta mucho mirar el capítulo de asuntos sociales y el de cultura, son a veces muy cortos o sin misterio, con lo interesante y gozoso que es que sean arriesgados, interesantes y largos. Ya veremos.

Lo que también interesa mucho es meter bulla para que la remodelación de la Alameda esté antes de las elecciones. Es año preelectoral, y estos presupuestos, algo tienen de eso también. Señores, hay que pintar bordillos. Sale a cuenta.