Tras el aviso del PP de poner en marcha el ventilador, cientos y hasta miles de dirigentes a cualquier nivel de todos los partidos, PP incluido, revisan sus abultados currículos y la documentación de los másteres más o menos ornamentales. Se sabe de quienes han borrado alguno de éstos del currículo, descolgado el diploma de la pared de su despacho, o preparan a toda prisa el inexistente trabajo fin de curso para tenerlo listo, por si acaso. Un viento helado recorre las historias académicas, y no hay político que se sienta ya seguro con la carga de un máster a cuestas, por firmas y sellos que lleve, pues nadie con un título de ese tipo está hoy libre de sospecha, mientras una legión de espías aficionados husmean los historiales, babeando como un sabueso detrás de su presa. Las víctimas de la caída de cotización del máster serán, como siempre, millones de inocentes que se los trabajaron.