Desde sus nada fáciles comienzos, he aprendido a seguir las singladuras de nuestra UMA, nuestra Universitas Malacitana, nuestra casa grande. Siempre con respeto y con afecto. E incluso con una profunda admiración por la riqueza del tapiz social tejido por sus profesores y sus alumnos a lo largo y lo ancho de las últimas décadas. Agradeceré siempre la generosa amabilidad representada por las invitaciones a debates, mesas redondas, reuniones y encuentros en variadas sedes universitarias malagueñas, con las que durante muchos años he sido honrado. En todos ellos he aprendido. Y mucho. Y doblemente honrado también dada la modestia de los escasos méritos del autor de estas líneas.

No solo por franciscana humildad, siempre de obligada observación en alguien cuyo único posible mérito en este caso haya sido el haber nacido en Málaga unos pocos años antes de los comienzos del milagro del turismo en esta Costa del Sol nuestra. Lo que me permitió que mi vida profesional fuera paso a paso y en paralelo con un fenómeno tan espectacularmente fascinante como es el turismo, habitualmente escuela de enriquecedoras solidaridades y muy fecundos respetos. Fenómeno que también transformó de tan singular manera a estas tierras y a las gentes que vivimos en ellas. Como es el caso de mi pueblo, Marbella, y tantos otros.

El año pasado -2017- ha sido especialmente pródigo. Por muchos y muy gratos motivos, jamás olvidaré las dos conferencias que tuve el inmenso honor de impartir en nuestra Universidad de Málaga. Siempre como un agradecido y emocionado charlista, esa figura tan española. La primera - ´Paisaje y metabolismo medioambiental positivo, activos turísticos fundamentales´ - fue el 20 abril de 2017. Organizada por el Departamento de Geografía de la UMA, tuvo el marco del Aula de Grados de la Facultad de Turismo. Fue un buen día para un servidor de ustedes. De los que no se olvidan. Entre los buenos recuerdos de ese día, el estupendo anuncio de la conferencia, ilustrado por dos fotos que lo decían todo: la del Hotel Palace de Saint-Moritz en los Alpes Suizos y el proyectado hotel-rascacielos del puerto de Málaga.

Mi segunda conferencia también fue de agradecer. Por muchos motivos. Fue el 11 de octubre del 2017. En el Paraninfo del campus de El Ejido: ´La Costa del Sol, luces y sombras de un prodigio´. Sería la conferencia inaugural de la XXIII Edición del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga. También fue este acto memorable para mi humilde persona. Entre otros gratos momentos, hubo uno muy especial: el encuentro inesperado con un antiguo amigo y compañero de trabajo al que no veía hacía casi medio siglo. Allí estaba un vigoroso y siempre magistral Paco Ruiz, oficialmente jubilado, uno de los grandes profesionales de los tiempos mágicos del primer turismo malagueño. Siempre le agradeceré lo mucho que aprendí de él en aquellos dos años -1958 y 1959 - en los que trabajé en Wagons-Lits//Cook de Málaga y Torremolinos. Tuve el honor de velar mis primeras armas como agente de viajes en aquellas legendarias oficinas, sucursales malagueñas de la unión de dos grandes empresas turísticas internacionales, cuyo largo nombre lo dice todo: la Compañía Internacional de Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos y Thomas Cook & Son, la primera agencia de viajes de la historia, fundada por un genio, Thomas Cook, en Leicester (Inglaterra) en 1841. Era obvio el que ambos llevábamos con emoción y orgullo el privilegio de haber trabajado en aquella empresa doblemente ejemplar, a la que la Universidad de Málaga había honrado aquel día a través de su convocatoria.