Justicia ciega, justicia sorda, justicia insuficiente y fuera de la realidad. ¿Por qué seguimos llamando justicia a lo que ni de lejos se ajusta a la definición del bello término? ´Principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde´? La sentencia de La Manada conocida ayer con escándalo reduce al delito de abusos sexuales la agresión en grupo de cinco hombres a una joven de 18 años en un portal durante los sanfermines. El trato dado a la víctima en el transcurso del juicio hacía presagiar un fallo favorable a los acusados, que grabaron con sus teléfonos móviles el ataque, una prueba que no se ha tomado en consideración. No se aprecia el uso de la fuerza, ni la intimidación en la actuación de los cinco depredadores, uno de ellos guardia civil y otro militar profesional, que presumían en las redes sociales de lo que iban a hacer, e hicieron. Los magistrados han comprado, sin embargo, el desprestigio de la perjudicada, espiada tras la violación por la defensa para tratar de demostrar que no sufrió secuelas. Digo violación porque no he estudiado Derecho, y pienso que un corro de cinco tíos que arrinconan a una chica para practicar sexo sin su consentimiento de todas las maneras posibles, en un lugar pequeño y oscuro, y luego le roban el teléfono para que no pida ayuda, es una violación.

Por si el asunto no fuese lo suficientemente lamentable, la sentencia cuenta además con el voto particular de un juez llamado Ricardo González, que ha pedido la absolución para los acusados y solo aprecia el hurto del móvil. La integridad de una mujer vale menos que un smartphone en el top manta de la justicia española. Menudo resumen de una violenta pesadilla que ha sacudido la conciencia de todo un país. Si esta opinión es una interpretación aceptable del Código Penal de quien tiene la responsabilidad de aplicarlo, habremos de reformar las leyes y buscar mejores profesionales para defenderlas. Lo más pronto posible, además, porque cada día que este señor continúa formando parte de un tribunal es un insulto a las mujeres. Su mensaje resulta tan malsano para los policías que en tiempo récord capturaron a los agresores, como para la futuras víctimas del machismo: denunciad, investigad, que no va a servir de nada. Un par de años a la sombra y de vuelta a la vida civil, si no consigo declararlos inocentes desde el principio.

Parecía que algo iba a cambiar después del 8M, la masiva manifestación feminista en reclamación de respeto por las mujeres, pero no. Las reivindicaciones de las mujeres tradicionalmente ninguneadas se estrellan contra los muros de siempre. Ojalá la vergonzosa sentencia de La Manada sea la mecha que los haga saltar por los aires. Esta justicia no está a nuestra altura. Esta no es la justicia que nos merecemos.