El Ayuntamiento de Málaga ha aprobado una ordenanza de Feria que obligará a abrir a mediodía a las casetas del Real, en el Cortijo de Torres. El equipo de gobierno ha entendido que la gente era remolona, reacia, reticente o floja a la hora de ir a almorzar a la zona e intenta entonces imponer las ganas por decreto. Se trata de favorecer al Real en detrimento del Centro. El siguiente paso podría ser prohibir a los bares del centro dar de comer a mediodía.

Nosotros no estamos a favor ni en contra de ninguna medida. Estamos a favor de la Feria. Pero nos produce algo de incomodidad la inducción al jolgorio teatinisco, así, por decreto, por norma, porque sí. En el Real hace mucho calor a mediodía en agosto. Más habría valido propugnar un decreto en favor de la obligatoriedad del aire acondicionado. También se puede prohibir el calor. O poner mangueras. La apuesta del PP ha sido siempre por la Feria del Centro. Hasta que la Feria del Centro fue un éxito. Entonces, apostó por la del Real. Cuando también muera de éxito podría establecer el Real o Feriódromo en Soliva o en los lindes con Rincón de la Victoria, tal vez a la vera de Cártama. Los hosteleros del Centro se quejan. El Ayuntamiento quiere quebrar la norma de pasar el día en el Centro e irse a la noche al Real. Si de lo que se trata es de que algunas zonas del Centro no parezcan un desmadre total llegan tarde.

Málaga es tan grande y cachonda que admitiría y sería capaz de mantener dos ferias ella sola, sin visitantes. Pero teniendo visitantes, bien haremos en proclamar aquello que el torero le dijo al catedrático de metafísica: «Hay gente pa to». Las dos ferias pueden convivir. A los vecinos del Centro no les viene mal que la zona se descongestione un poco. Hay argumentos para todos los gustos. Ahora habrá almuerzos para todos los gustos. Hay quien defiende la Feria del Centro a capa y espada literalmente, por eso se requisan un buen número de armas blancas. No falta quien la defiende pacíficamente, lo mismo que los que defienden o atacan la del Real. La mayoría de la gente prefiere un vaso de Cartojal que una opinión sobre la Feria. Otra cuestión sería variar su fecha. En septiembre tendríamos menos calor. Si no hiciera tanto calor, el funcionario que cuenta a la gente que va a la Feria (para que después el Ayuntamiento pueda dar esas fechas tan atinadas y exactas cuando hace balance) realizaría más a gusto su trabajo. Ahora también puede almorzar en el Real. Callos, quizás.