Hablar sobre el amor es meterse en un auténtico berenjenal. Como siempre que uno habla de lo misterioso de la existencia. Sólo los gurús se atreven a teorizar y no siempre con mucho éxito. Creo que, en ese aspecto, el filósofo Eric Fromm y su Arte de Amar dejaron el listón bastante alto.

Amar es una capacidad innata porque se hereda, y a la vez se adquiere. Se aprende con los años si uno así lo desea. Por ello, nuestra forma de amar depende muy directamente de nuestra cultura y de nuestra forma de ser.

Fromm expuso cómo algunos superan su angustia vital mediante los llamados procesos orgiásticos, drogas y alcohol, y orgías. De ahí viene el concepto. Aunque este asunto me remueve las tripas, pondré como ejemplo a «la manada»; un grupo de jóvenes que se han nutrido del porno y sólo piensan en su propio placer. No son los únicos.

La industria de la pornografía y la frivolidad que la envuelve han hecho un flaco favor a la educación sexual de nuestros jóvenes, tanto chicos como chicas.

Tenemos un problema serio; todo un regimiento de hombres y mujeres que piensan que no hay límites. De ahí la proliferación de orgías, voluntarias o no, difícil labor juzgarlas desde fuera, y de jueguecitos de riesgo tales como el cuarto oscuro.

¿Sabéis en qué consiste? Me lo explicaba hace poco una amiga doctora, puesto que ha habido varios casos de jóvenes infectados. Varias personas alternan con alguien con VIH que no desvela su realidad en un cuarto oscuro, y experimentan la absurda emoción de tener relaciones entre ellos, y poder o no infectarse. Es realmente absurdo, ¿verdad? Pues a ellos y a ellas les parece muy divertido.

En fin, todos estos desórdenes, no podemos denominarlos de otra forma, son consecuencia de una falta de valores enorme que el mismo Fromm ya denunciaba en sus textos. Nadie nos enseña a amar, y nuestra sociedad nos lo pone aún más difícil. En nuestro mundo los límites se han desdibujado porque muchos han caído en el más absoluto nihilismo. En el «todo vale». Ya no existe ni el bien, ni el mal.

En los noventa aún teníamos miedo a quedar embarazadas y a contagiarnos del sida. Eso hacía que fuéramos con más cuidado a la hora de tener relaciones. Hoy día estos miedos han desaparecido. Se puede abortar con normalidad y el sida se ha convertido en una enfermedad curable.

La libertad es positiva pero siempre debe ir acompañada de responsabilidad. Es necesario que existan límites, y que queden muy claros. Y recuperar el sentido y la medida de las cosas. Fromm ya rechazaba la visión utilitarista del amor de «quita y pon», y abogaba por un amor más profundo y cultivado. Para amar es necesario sentir cierta espiritualidad. Sin poner etiqueta alguna. No se trata de ningún credo en concreto pero sí de recuperar ciertos valores.

A mi entender es fundamental encontrar un buen equilibrio entre amar y ser amado. Los narcisistas sólo piensan en ser amados. Los asustadizos se conforman con tener compañía. Los utilitaristas piensan en el amor como un complemento. Los ansiosos lo conciben como un remanso tranquilo en el que poder soltar su verborrea letal y relajarse.

Algunos y algunas deberían comprarse una mascota en vez de buscar pareja. Bueno, pensándolo bien, pobres mascotas!

Personalmente renuncio a un amor a medias. Es verdad, es mejor estar solo si uno no encuentra a la persona adecuada. En definitiva solos nacimos y solos moriremos.