Málaga se sustenta gracias a cuatro segmentos turísticos: el cultural, gracias a la apuesta museística de los últimos años; el de cruceros, con una llegada cada vez más importante de grandes buques al dique de Levante; el idiomático y el de congresos, donde se han hecho progresos espectaculares, pero la responsable de Turismo, María del Mar Martín Rojo, aseguró en una entrevista concedida a este periódico que hay que ir también por la senda del turismo de compras, donde se puede hacer mucho más, y del ornitológico. Otra pata de ese banco que es empleo y riqueza para todos, mal que le pese a alguna concejal que no cree que Málaga debe pensar como territorio («ni llegar a la estratosfera»), es el turismo cofrade. Pablo Atencia, presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, lo dijo hace poco en uno de los foros organizados por este periódico en el restaurante Cantarrana: hay que traer gente todo el año y no sólo en la Semana Mayor. Por ello, abogó por hacer paquetes conjuntos con estancias hoteleras, restaurantes temáticos, visitas a los talleres tradicionales de oficios cofrades (orfebrería, bordado, imaginería, flores, etcétera...) y a casas hermandad e iglesias, paquetes que abarquen todo el año, por ejemplo la semana previa de traslados y el tiempo ordinario. También, destacó Atencia, habría que ir a buscar en los caladeros de Polonia y Alemania, donde parece que hay público para lo que aquí se ofrece. La potencia turística de la Semana Santa no se acaba ya en esa semana, sino que se proyecta al resto del ejercicio y es una oportunidad vital para crear empleo de calidad (hay empresas que se dedican a hacer rutas cofrades) y generar riqueza en los bares y restaurantes, cofrades o no, que se sumen a estos paquetes. Los hoteleros y los hosteleros están deseando empezar a hablar de este asunto y el Ayuntamiento ha asegurado que está dispuesto a escuchar. Las cofradías son hoy el vector asociativo más potente que tiene la ciudad, es un músculo con 80.000 hermanos de cuota y la conclusión general de la última Semana Santa es que se ha ganado en estética y ética en los cortejos nazarenos. Se ha mejorado demasiado en los últimos años como para que no miremos con orgullo a nuestras hermandades y cofradías, aunque, tal vez, ahora el reto sea también cómo controlar y crear un mecanismo claro sobre las ayudas municipales que se reciben. Hay un grupo que ha basado sus enmiendas a los presupuestos en poner bajo la lupa a las cofradías. Hacer esta política sale barata. Luego, con otras ayudas y concesiones de edificios miramos para otro lado, pero lo fácil es criticar a las hermandades, que tanta labor social y cultural hacen por una ciudad como esta, en la que la apatía ha dejado de ser marca de la casa. Todo ello no quiere decir que no haya que encauzar y ver cómo llegan los fondos públicos a estas corporaciones nazarenas que se financian, como recordó Atencia, con las cuotas de sus hermanos y haciendo eventos extraordinarios en su mayor parte. Luego, de las procesiones nos beneficiamos todos. La potencia turística de nuestra Semana Santa la vamos a ver el próximo día 26 de mayo, con la procesión Magna. Miles de andaluces y españoles vendrán a disfrutarla. Y se dejarán aquí su dinero.