"Cada vez que veo la foto de la reina Sofía con los osos panda me pongo a llorar". Este fin de semana pasado, las cosas de la vida, nos juntamos un grupo de amigos de Olga de esos a los que dejó huérfanos en 2012. Fue algo fugaz. Acordarnos de ella en mitad de uno de esos eventos en los que sólo se puede ser feliz. Y así fue. Nos acordamos. Y Álvaro, cámara en mano, sonrió cuando apareció su nombre. Porque es siempre algo bonito acordarse de los que se fueron, sobre todo de aquellos a los que echamos de menos. Fue un 8 de mayo, como este martes.

En las casas de mis hermanos hay un cuadro en común, uno en el que aparecemos todos en momentos felices de nuestras vidas. Y ahí está Olga, sonriente como siempre, abrazada a mi hermana como seguro que lo hubiera estado este sábado en un día tan importante.

A Olga la echamos de menos, pero en ese modo en el que se echa de menos a alguien con quien has compartido tantas cosas. A Olga la recuerdo de año en año por aquí, pero me acuerdo -nos acordamos- de ella mucho, en todo momento. En el Festival de Cine, en Semana Santa, en Navidad, cada vez que Rosa Díez está en el candelero€ Todos los años escribiré lo mismo, podrán contrastar mis lectores lo que dije de un año a otro, la de veces que me repetí hablando de Olga y de lo mucho que seguimos teniéndola presente. El sábado, precisamente, la eché mucho de menos. Seguro que Carmen también. Tenías que haber estado con nosotros, compartiendo esos momentos felices en los que siempre era genial tenerte cerca.