Si se repasa la prensa europea, tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de romper el pacto nuclear con Irán (firmado por su antecesor, Barack Obama, en 2015), se le ha dicho de todo: desde que «EEUU ha faltado a su palabra», hasta que «Trump siembra el camino a la guerra». Pero, si se observa en detalle, las cosas no son tan sencillas.

En primer lugar, EEUU no «incumple con su palabra», porque lo firmado por Obama no era un tratado de obligado cumplimiento. Un hipotético tratado requería que éste fuera aprobado por dos tercios del Senado€ algo a lo que se negó Obama, porque no disponía de esa mayoría y porque la opinión pública norteamericana se oponía y se opone al acuerdo con Irán (32% a favor, 40% en contra, ahora).

Otrosí. Los defensores del pacto argüían que Irán aprovecharía el levantamiento de sanciones para mejorar las condiciones de vida de su población. Y, desde luego, los países europeos sí que han hecho allí inversiones jugosas (de 6.000 millones, en 2013, a 21.000, en 2017)€ pero, tres años después: las huelgas se multiplican, el rial (moneda nacional) se ha depreciado con el dólar a niveles récord y la fuga de capitales ha ascendido a 30.000 millones de dólares, en los últimos meses. ¿Adónde fue el dinero? ¿Les suenan flujos de apoyo a El Assad, en Siria; a Hezbollah, en Líbano; a Yemen€?

Ocurre que, con la negativa de Trump, el régimen iraní quizá se vea obligado a escoger entre su programa nuclear (y afrontar un ataque futuro de EEUU y/o Israel) o permitir una verificación real y dedicar el dinero de la apertura comercial a ayudar a su población, cosa que no ha sucedido mientras la Agencia Internacional de la Energía Atómica certificaba el «cumplimiento del programa». Lo que no se decía es que, mientras, Irán no dejaba de probar misiles balísticos. No, tampoco lo verán mucho por la prensa europea.