¿Sabe usted qué es el chemsex? ¿No? ¿Que nunca ha oído hablar de ello? Pues siga leyendo con atención, se va a quedar atónita/o. El chemsex consiste, sencillamente, en practicar sexo bajo el efecto de las drogas. O sea, se basa en el consumo de estupefacientes para facilitar la actividad sexual y puede extenderse hasta 72 horas. ¡Muy fuerte! De hecho, lo que hace al chemsex especialmente peligroso son sus sesiones de horas o incluso días. En inglés también se le llama party and play, PNP o PnP. ¿Y quiénes lo practican? Pues bisexuales, heterosexuales y, sobre todo, homosexuales. Y en cuanto al perfil de los consumidores, se trata de personas de buena posición social y profesionales alejados de mundo del prototipo de drogodependientes. Las drogas utilizadas en esta práctica sexual, con riesgo de alto voltaje, son metanfetamina, mefedrona, ketamina, cocaína, anfetaminas, MDMA. Las más utilizadas son las dos primeras. ¿Y cuál es el objetivo de este maratón sexual? Pues estimular el placer, favorecer la desinhibición de aquellas prácticas que podrían ser más dolorosas, aumentar la autoestima e incluso favorecer el insomnio. ¿Y los riesgos? Pues, lógicamente, muchos. Por una parte, genera adicción, puede desembocar en problemas de salud mental, entre otros síntomas, puede ocasionar convulsiones y alucinaciones y, algo muy importante, aumenta el riesgo de ITS (infecciones de transmisión sexual), debido a la baja percepción del peligro, que habitualmente lleva a que se realice sin protección. Pese a que tomar sustancias puede parecer que no afecta de manera directa a estas enfermedades sexuales, la falsa sensación de seguridad que producen los efectos hace que se asuma todo el riesgo y no se utilice preservativo.

Además, el asunto va más lejos, ya que puede generar riesgo de sobredosis, pues lo habitual es que, según la psiquiatra Helen Dolengevich, doctora de Apoyo Positivo que desarrolla su trabajo en el programa de Patología Dual del Hospital Universitario del Henares, en la Comunidad de Madrid, se tomen dos o tres sustancias a la vez. Lo cierto es que esta práctica comenzó en Estados Unidos y se propagó hasta Reino Unido; desde allí llegó a España. Madrid, Barcelona y Valencia son las ciudades con mayor prevalencia de este maratoniano fenómeno. Y aunque lo cierto es que los primeros casos de chemsex son de hace unos años, no ha sido hasta hace unos meses cuando ha saltado la alarma por su alto consumo.