Se aproximan tiempos de poca altura de miras. Unos partidos subiendo mucho y otros bajando otro tanto. Empates, a dos, a tres e incluso a cuatro. En lo local y en lo nacional. Esto va a originar que todos quieran ir contra todos, un pequeño motivo bastará para conseguir que se toque a rebato y se señale al adversario como si fuera el enemigo.

El PP acusa al PSOE de no terminar el metro o de no terminar las aulas, el PP en su vertiente más social sólo cuando acusa al PSOE. El PSOE acusa a Ciudadanos de apuntalar a Rajoy pero no le hace ascos a ser apuntalados en Sevilla.

El PSOE habla de un partido corrupto sentenciado por la Gürtel sin querer hablar de los ERE. IU habla de decencia sin hablar de sus deudas y sus alianzas que no dejan claro en qué posición les deja.

Ciudadanos no ve con buenos ojos que la nueva política se base en demagogia tipo chalet de seiscientos mil euros. En el capítulo local hasta a los de Ciudadanos les han acusado de apoyar la idea de salvar la Tribuna de los Pobres; lo más curioso es que les critican quienes defendían la idea, lo que ya nos está sumiendo en una espiral de confrontación curiosa.

Lo importante es acusar a alguien de algo. Que me parezca bien o mal es lo de menos.

Me temo que como esto siga así, el todos contra todos va a llevarnos en un nadie contra nadie.

Estar en contra por estar es mezquino. Hará falta imaginación y búsqueda de puntos de encuentro; los tiempos de las mayorías absolutas y los rodillos han terminado.

Imaginación, propuestas y acción. Solo hace falta saber si estamos preparados para eso.