Todo se arreglará «porque siempre habrá Música, sin ella todo sería mucho más triste». Tras una vida plena, se ha ido María Dolores Pradera, la más elegante de las artistas, desde una digna ancianidad en la que no había perdido los jazmines en el pelo y las rosas en la cara. Toda ella, la flor de la canela...

Aunque nació en Madrid, donde ha dicho adiós a este mundo, siempre fue la voz de las dos orillas, uno de los apelativos felices que recibió de sus muchos seguidores, todos embelesados por su fina estampa. De niña vivió en Chile, donde su padre tenía negocios. Desde entonces, su amor por la América hispana no hizo más que crecer. La peruana Chabuca Granda y otros grandes músicos latinos como José Alfredo Jiménez, Miguel Matamoros, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui..., la celebraron como intérprete de sus canciones.

Fue mujer del gran Fernando Fernán Gómez durante 12 años, entre los años 40 y 50. Con él tuvo dos hijos. Le conoció en las tablas, porque ella encarnó muchos personajes en los escenarios y apareció en una veintena de películas. Se convirtió en una estrella y obtuvo el Premio Nacional de Teatro, uno de los muchos reconocimientos que una vida maravillosa le trajo. Como cantante se hizo con el Grammy latino a la Excelencia Musical. Pero lo que consiguió María Dolores durante toda su vida fue respeto.

Durante tres décadas, su imagen musical estuvo acompañada por las guitarras de Los Gemelos, los hermanos Santiago y Julián López. Luego voló sola. Fue muy amiga de sus amigos, sin importarle lo diferentes que estos fueran. Entre ellos, aunque fueron más, estuvo Amparo Rivelles, Lola Flores, la también elegante Marifé de Triana, la portentosa Rocío Jurado; Amaya, la inconfundible voz de Mocedades; Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Alberto Cortez, el actor Paco Rabal, Sabina o su adorado Carlos Cano, a quien tanto lloró y le dedicó un disco.

Entre las artistas jóvenes que ya la echan de menos está la malagueña Diana Navarro, quien interpretó con ella uno de sus grandes temas en el primer disco de duetos que la Pradera sacó al mercado en 2012. Y es que la llamada Gran Señora de la Canción -aunque ella se reía con su peculiarísimo sentido del humor de un apelativo tan grandilocuente- estuvo en activo hasta poco antes de morir, ya cumplidos los 90 años. Pero entonces sus pulmones le jugaron una mala pasada y tuvo que interrumpir la gira. Aunque se rebeló contra el desgaste de sus propios tejidos subiéndose, una vez más, al escenario, junto al cantaor Miguel Poveda, para interpretar con él, precisamente, 'Fina estampa', cuando empezaba el verano de 2013, en la plaza de toros de Las Ventas, en su Madrid.

La entrevisté para la radio en un par de ocasiones, para mí inolvidables. Y aunque no todo fueron alegrías en su biografía, lo único grave que me dejó su elegante actitud ante la vida fue el timbre de su voz, acompañado de la eternidad de su dibujada sonrisa. Lo dicho, la fina estampa de la flor de la canela...