Un político debe saber aprovechar las ventanas de oportunidad que surgen, pero el más difícil todavía es colarse por una rendija. En realidad la había: el presupuesto estaba aprobado, la economía seguía yendo bien, Rajoy estaba noqueado, el PP amenazaba descomposición, cualquier cosa nueva que surgiera en Madrid daría un respiro al conflicto catalán, y, para colmo, Iglesias estaba bajo el síndrome de la paternidad responsable. Ahora, a toro pasado, es fácil ver la rendija de oportunidad para una moción de censura, pero el asunto está en verlo cuando la rendija empieza a abrirse. El político es el que ve esas cosas que otros no ven, sin pensarlo mucho ¡zas! se mete por la rendija, y cuando los demás aún no han asimilado lo que está pasando él ya está dentro, con sólo 85 votos de 350. Entonces monta un gobierno fetén, como si tuviera mayoría absoluta, y uno llega a pensar que la tiene.